El juez Leonelli cambió la carátula y envió pruebas a la Corte
Ayer se cumplieron doce años de la desaparición de Oscar Vouillez, encontrado 31 días después, con su cuerpo mutilado. Un dato clave de la autopsia que nunca tuvo en cuenta el ex juez Héctor Ochoa, fue enviado a la Corte Suprema y abre un nuevo capítulo, junto con el cambio de carátula para investigar la causa de la muerte. Podría ser la prueba de que el cuerpo, ya sin vida, fue vaciado para borrar rastros. Desde el inicio la familia acusa a la policía provincial, basada además en testigos que hablaron de un patrullero que lo ‘levantó’ la noche de su desaparición.
Río Grande.- “A Oscar le faltaban los pies, casi todos los dedos de las manos, y los ojos, tenía el rostro y el cuello destrozado, y le habían extraído todos los órganos, con lo que se borraron posibles signos de tortura y la causa de la muerte”, había dicho a Página 12 Nancy Valdés, cuñada de Oscar Vouillez, doce años atrás.
Fue pocos meses después del hallazgo del cuerpo en un lugar que había sido rastrillado varias veces, durante los 31 días de búsqueda.
El crimen de Oscar Vouillez –de lo que no tiene dudas la familia, y lo exponen los peritajes privados que demostraron que no murió donde fue encontrado-, fue ignorado durante los doce años que la causa durmió en manos del ex juez Héctor Ochoa.
El magistrado, que renunció en abril de 2015 y evitó un jury de enjuiciamiento por llevar un estudio paralelo en Buenos Aires, decidió creer en la hipótesis de muerte por una “hipotermia severa”, y mantuvo la carátula como la mera denuncia de desaparición que radicó su hermana Zulema, hasta que el actual juez Leonelli tomó la determinación de empezar a investigar la causa de la muerte.
Los esfuerzos por borrar rastros fueron muchos, pero no suficientes: la camisa que llevaba Oscar tenía roto el lado izquierdo, de donde faltaban cinco costillas, corazón y pulmones, pero no mostraba ningún rastro de sangre ni de suciedad, “como si hubiera sido lavada”, dijo en su momento su esposa, Ana Zapata.
La falta de sangre en una herida de tamaña naturaleza, además plantea una maniobra post mortem y podría ser la prueba clave para que los peritos de la Corte Suprema confirmen el crimen.
Una luz de esperanza
Este sábado visitaron los estudios de Radio Universidad 93.5 Zulema Vouillez, hermana de Oscar; y Ana Zapata, madre de los dos hijos que dejó Oscar, para dar a conocer la esperanza que se abre para la familia, pese al dolor de haber cumplido ayer doce años de la desaparición, y doce años de impunidad de un caso emblemático en la provincia de Tierra del Fuego.
“Tenemos un poco más de fe en la causa, que está en el juzgado de instrucción Nro. 2 del Dr. Andrés Leonelli, porque hemos tenido la buena noticia de que pudo cambiar la carátula –dijo Zulema-. Antes era solamente ‘Zulema Vouillez denuncia’, cuando hablamos de una desaparición seguida de muerte. Nunca pudimos lograr que el ex juez Ochoa cambie la carátula, y no solamente lo pidió la familia: vino el premio Nobel de la Paz Pérez Esquivel a pedirlo, vino Patricia Walsh y muchas asociaciones a nivel nacional, incluida la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, cuando estaba el Dr. Duhalde. Todos pidieron el cambio de carátula y el Dr. Ochoa siempre estuvo empecinado con que Oscar fue a ese lugar, se quedó sentado y se congeló”.
La hermana de Oscar recordó que “cuando nos avisan que el cuerpo había aparecido, la misma policía nos dijo que había pasado por ahí. En ese momento estaba el comisario Penza. Se presentaron fotos del lugar de días anteriores, y Oscar no estaba. Siempre dijimos que fue ‘plantado’ allí”.
Ahora la carátula quedó como “causa de muerte” y “evidentemente la investigación no va a ser la misma. El Dr. Leonelli además de poner la carátula como causa de muerte, nos da un poco más de fe en la justicia porque mandó una fotografía a la Corte Suprema de Justicia, del corte que tiene en el pecho”, reveló Zulema.
Hasta ahora, y sobre todo para el ex juez Ochoa, ese corte “fue realizado por animales de la zona, pero en ese momento la gente del CADIC, que fue consultada en la investigación, nos dice que eso no había sido hecho ni por roedores, ni por zorros ni por ningún animal de la zona. Siempre nos llamó la atención la forma en que estaba hecho ese corte”, sostuvo, porque aparentemente habla de “un elemento punzante”.
“Tiene una medida muy exacta, está en la parte derecha y no está muy desgarrado”, describió Zulema, para reforzar la idea de que no pudo ser realizado por animales carroñeros.
Sin embargo, “el Dr. Ochoa nos decía que eso fue hecho por animales de la zona, cuando hay pocos animales donde fue encontrado, cerca de su casa, donde está el Cristo ahora, cerca de la planta depuradora”, precisó.
Un dolor que no acaba
Para Ana Zapata, que debe contener a los hijos de Oscar, “siempre es muy triste esta fecha, para el día del padre –que también coincidió con el día de la desaparición-. Principalmente estoy acompañando a mis hijos y siempre estoy para acompañarlos. Ya son grandes, pero en ese momento el más chico tenía 12 años y el más grande tenía 18. Nunca nos hicieron caso y ahora es muy importante”, dijo del cambio de carátula de la justicia.
El precedente Torres
Zulema trabaja en la Secretaría de Derechos Humanos, y sigue reclamando que se conforme el Consejo de Familiares de Víctimas, para reforzar el pedido de justicia para este y otros casos que siguen impunes.
“Nosotros decimos que a Oscar lo mató la policía; y desde la Secretaría se pudo hacer justicia en el caso Torres. Hasta el día de hoy están cumpliendo condena los agentes que torturaron al joven, hijo de uno de sus pares. Eso fue a juicio, la Secretaría fue querellante, y se pudo obtener la prisión y castigo a estos agentes”, señaló.
El caso Torres, si bien sentó precedente con la primera condena por torturas en la provincia, en realidad sería el desenlace de una serie de hechos similares denunciados a lo largo de los años –y con algunos nombres en común- que no tuvieron eco ni en la justicia ni dentro de la propia fuerza; como tampoco en los políticos de turno que, por complicidad u omisión, protegieron a policías torturadores, y los dejaron actuar.
El tratamiento de la justicia no fue igual tampoco, al habilitar o no querellantes, cuando no estaba en juego un familiar directo de una autoridad policial: “Cuando nosotros pedimos que la Secretaría fuera querellante en el caso de Oscar, de Mabel Almada, de Amarilla –un joven muerto en la penitenciaría-, no se pudo presentar. En el caso de Oscar, al tener como carátula una denuncia, no había herramientas”, indicó Zulema.
“En todo delito grave, tiene que actuar la justicia. Por más herramientas que tengamos nosotros, no tenemos decisión dentro de la causa”, subrayó.
“Hoy Sergio Mingrino es el titular del área de Derechos Humanos, y depende del ministro Gastón Díaz”, dijo de una Secretaría que, a su criterio, debiera tener más independencia del poder político.
“En su momento teníamos un consejo de familiares, que depende del programa nacional antiimpunidad. Durante el gobierno de Fabiana Ríos se firmó un convenio, y ese consejo no se formó nunca, con ninguna gestión. El convenio dice que el consejo de familiares tiene que funcionar dentro de la Secretaría, y así funciona en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Los familiares acompañan en los juicios, en las marchas, en la contención psicológica. Nosotros no tuvimos nada de eso, en doce años”, aseguró, si bien por cuenta propia “varios familiares estuvimos con atención psicológica porque fue muy traumática la forma en que encontramos a Oscar, más todos los años de maltrato de la justicia, específicamente del juez Ochoa. Ojalá dios nos dé la posibilidad de saber la verdad”, expresó Zulema.
Una nueva marcha
Ayer a las 15:00 se convocaron frente al Concejo Deliberante para marchar al monolito ubicado en el lugar donde fue encontrado Oscar Vouillez, como todos los años, para pedir justicia.
Esta vez con algo de fe en que oficialmente se admita el crimen, analizada la prueba que estuvo a la vista desde siempre, para comenzar a transitar el largo camino en la búsqueda de los autores.
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