Un niño riograndense expone impulsado por Carlos Regazzoni
Lautaro Asat, un nene de 8 años de edad, alumno de la Escuela 35 de Río Grande, presentará una muestra el próximo 3 de noviembre en la Ciudad de Buenos Aires. Es por impulso del reconocido escultor y artista plástico, Carlos Regazzoni, quien observó sus trabajos y quedó impactado. En su etapa escolar nunca lo destacaron por sus condiciones, incluso sugirieron que podría tener problemas «motrices» y las docentes lo mandaban a practicar dibujo. «Para nosotros es un sueño», aseguró su papá en referencia a la experiencia que están viviendo.
Río Grande.- «Fue un experimento mío el mandar las imágenes de los dibujos de Lautaro, por ahí como es el hijo de uno todos los dibujos se ven lindos, todo trabajo parece hermoso. Me contacte por Facebook, le mandé unas imágenes, le conté quien era, la edad que tenía, que éramos de Tierra del Fuego y al otro día tuve una primera contestación. Redoblé la apuesta, envié unos dibujos más, y un viernes a las 8 y ocho de la mañana recibimos un llamado, era Carlos Regazzoni que nos invitaba a venir a Buenos Aires para hacer una muestra», relata Cristian Asat; papá de Lautaro, el chiquito riograndense de 8 años que fue invitado a exponer por el reconocido artista plástico y escultor, Carlos Regazzoni, el próximo 3 de noviembre en el Museo y Galería «Arteme».
El papá de Lautaro dice que se les presenta una «oportunidad única, porque ni bien llegamos acá Carlos nos dice que el 3 de noviembre se hará una exposición individual solamente de Lautaro. Se abrió la galería para que expusieran sus hijos y ahora Lautaro, no hubo otro chico con esta oportunidad», destacó.
Los papás y la hermana de Lautaro Asat se encuentran en Buenos Aires, compartiendo con Regazzoni «su mesa, su familia; es muy grande lo que nos está pasando», afirma Cristian. Mencionando que cuando el reconocido artista se refiere a su hijo «dice cosas que ni nosotros nos hubiéramos imaginado», elogiando los trabajos del niño.
Cuenta que no enviaron a Lautaro a ningún taller de arte en la ciudad, simplemente un día «agarró un bastidor, unas temperas, se puso a pintar y así empezó todo», relata el papá. Incluso señala que nunca fue destacado por sus docentes en el paso por el jardín de infantes o lo que lleva de escuela primaria. «Todo fue al revés, las seños nos decían: decile a tu hijo que dibuje, decile que pinte o incluso que nos fijemos como estaba Lautaro de motricidad. En realidad fue todo al revés, él va a la escuela y cumple con lo que le piden. Carlos ahora nos decía que no le metamos cosas raras de la formación en la cabeza, que tiene que ser él», remarcó.
La familia, para acompañar a Lautaro, invirtió ahorros «porque hace ocho años que no nos vamos de vacaciones, no salimos de la provincia, todo cuesta y hay que remarla día a día. Pero esto salió y nos vinimos los cuatro, porque no se nos ocurría otra posibilidad, así que nos metimos en cuotas y acá estamos», cuenta Cristian, apostando «a lo que él pueda ser el día de mañana». «Se trata de que nuestros hijos tengan un futuro y que se puedan sentar a comer algún día un plato de arroz felices, nada más», expresó sobre sus expectativas.
Finalmente dijo que están atravesando una gran experiencia como familia «y cuando volvemos al hotel tratamos de repasar el día y decimos: que tipazo, compartiendo su mesa, su familia; permitiéndonos estar en el taller. Para nosotros es un sueño», concluyó el papá de Lautaro, mientras esperan la llegada del ansiado 3 de noviembre.
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