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Aserraderos en extinción: Reclaman a Queno que pida la emergencia

El empresario maderero Ricardo Castro reclamó la declaración de emergencia en el sector, ante el cierre de aserraderos en Tolhuin por la baja en la producción, ante la falta de demanda. Esperan una asistencia del Estado a cambio de mantener el personal en blanco, luego de la inversión millonaria realizada con la promesa de reactivación a través de la fabricación de muebles. Por la caída de la industria, la fabricación de palets se redujo de 20 mil a 1.500 mensuales. “La crisis nacional nos está pegando muy fuerte a todos”, afirmó.

La prometida “reconversión” basada en los recursos naturales no llegó, y una muestra evidente son los aserraderos en Tolhuin en proceso de extinción. De nueve, quedan solamente dos y unos pequeños emprendimientos familiares. La fabricación de palets en la empresa de Ricardo Castro se redujo de 20 mil a 1.500 mensuales; y la inversión en instalaciones y maquinaria para la producción de muebles se topó con la recesión.

Río Grande.- La prometida “reconversión” basada en los recursos naturales no llegó, y una muestra evidente son los aserraderos en Tolhuin en proceso de extinción. De nueve, quedan solamente dos y unos pequeños emprendimientos familiares. La fabricación de palets en la empresa de Ricardo Castro se redujo de 20 mil a 1.500 mensuales; y la inversión en instalaciones y maquinaria para la producción de muebles se topó con la recesión.
En diálogo con Radio Universidad 93.5, Castro señaló que “se esperaba una reactivación” porque el gobierno provincial había anunciado que se iba a potenciar la producción basada en recursos naturales, pero hoy queda su aserradero y uno más. “Se tiene que cambiar la atención que se le está prestando a tantas pymes que pueden quedar sin trabajo en nuestra ciudad”, pidió, dado que “éramos nueve aserraderos, luego quedaron cuatro, y luego quedó un grupo de aserraderos más pequeños y los pequeños productores. Entre todos estábamos alrededor de las 283 familias que comían de esto, pero hace unos ocho meses cayeron los palets, que generaban mucha mano de obra, y cada uno tuvimos que echar un grupo de gente”, dijo del primer golpe recibido por la caída de la producción industrial fueguina.
El segundo golpe fue el frustrado intento de reactivación a partir del agregado de valor a la madera, con la fabricación de muebles de lenga, incentivada por el gobierno. “La idea del uso de la lengapalió la situación pero había que buscar afuera o ver de qué otra forma se podía seguir consumiendo la madera. Todos apuntalamos las decisiones de la gobernadora pero no alcanza con eso”, expresó.
“Se dio la crisis en el orden nacional, que nos está pegando muy fuerte a todos, no sólo a los trabajadores de la madera sino a todas las industrias. Nuestro personal, si sale de los aserraderos, no tiene adónde ir porque no hay otro lugar. Yo vengo advirtiendo sobre esto hace 60 días y todavía no tengo eco”, lamentó, ante una crisis que amenaza con ser terminal y nadie escucha.
Su empresa “producía 20 mil palets para abastecer tres fábricas y estaba secando madera para el continente. Eso también se paralizó. Aparte las personas que vienen a comprar, lo hacen a 30, 60 ó 90 días, y muchas veces no cobramos o hay problema con los pagos; se está armando toda una bicicleta financiera y es imposible seguir. Dicen que nuestros sueldos son malos pero muchas familias comieron gracias a los aserraderos”, sostuvo.
“El año pasado hicimos 12 millones de pesos en todo el año, y casi 7 millones fueron para los empleados. Compramos camiones, maquinarias, desde que salió el boom de los muebles desde el gobierno. Hicimos un local de exposición de 15×30 metros; hicimos una carpintería de 8×60 metros. Instalamos gente, maquinaria, todo eso llevó dinero y no alcanzamos a dar la vuelta para poder recuperar”, expuso, sobre la inversión millonaria para la reactivación, que hasta ahora les deja deudas.
“Es un paliativo, porque los aserraderos están invirtiendo entre 500 y 600 mil pesos todos los meses y de muebles se venden 180 mil, 250 mil pesos”, dio como números concretos del trabajo a pérdida.
Además “hay un tiempo de espera para cobrar pero nosotros tenemos que pagar todos los meses. Yo ya me atrasé en Ingresos Brutos, la luz, en distintas cosas, porque preferí pagarle antes al obrero. Las fábricas nos retienen Ingresos Brutos y lo deben ingresar a la provincia; pero resulta que después nos enteramos que debíamos el impuesto porque la fábrica no pagaba o el gobierno no lo agregaba a nuestras cuentas. Tuvimos que revisar mes por mes”, detalló de un reclamo que llegó a la justicia.
“Yo le había hecho juicio a la provincia porque las retenciones no llegaban a destino, y me hicieron renunciar al juicio para entrar a la moratoria, pero la cerraron antes de que el juzgado me mandara la documentación. Hay otros perjuicios muy grandes y está quedando mucha gente en la calle”, resumió sobre la presión del Estado sobre los productores.

Emergencia necesaria

Para Castro “es fácil que los aserraderos sigan funcionando, pero les falta un empujón. Nosotros hemos gastado en los últimos seis meses casi un millón ochocientos mil pesos de inversión, pensando en que esto iba a revivir un poco, pero se paralizó cada vez más. Hicimos un proyecto de secadero de madera de tres módulos, con dos galpones de 15×30 metros. Eso cuesta cuatro millones de pesos. Presenté la idea, dónde hay que comprar las maquinarias y demás; pero hoy la provincia está decidiendo armar secaderos con una cooperativa y ahí quedamos. Me pregunto cómo van a montar las instalaciones, cuando sabemos que muchas cooperativas quedaron en el camino”, expresó.
También dejó el interrogante sobre el destino de los fondos del ministerio de Ciencias y Tecnología, dado que “en las noticias del viernes publicaron que el Ministerio ha destinado 22 millones de pesos en apoyo a la producción, pero no sabemos qué hicieron con eso” dijo, puesto que no llegó ninguna asistencia a este sector.
“Si vienen a mi aserradero, van a ver galpones y muebles instalados. Yo he apoyado a este gobierno”, recordó, esperando respuestas sobre temas básicos, como la limpieza de rutas para acceder al bosque y poder trabajar.
“Seguimos peleando porque el día feriado tuvimos que limpiar la ruta para poder llegar al bosque, donde tenemos 80 centímetros de nieve. Vialidad tiene que limpiar la ruta 23, pero no los nueve kilómetros que me corresponden dentro del bosque, entonces hacemos convenios, yo les ayudo con el gasoil o la madera para los puentes, y nos beneficia a los dos, porque el camino de la ruta 23 es de los productores madereros, lo mismo el de las termas, de la antena, de aguas blancas. Todo lo hemos hecho los pequeños productores”, afirmó.
“Los aserraderos no tenemos ningún subsidio”, remarcó, a diferencia de beneficios que se le han dado a las fábricas. “La única alternativa es que el municipio determine que existe una emergencia, y esto lo debe pedir el intendente. Yo he tocado todas las puertas y me han dicho que venda una camioneta o un camión para salir del problema. Ya vendí vehículos para pagar sueldos y no puedo vender todas las cosas para darle de comer a mis obreros”, manifestó.
La solución pasaría por la decisión política del intendente Claudio Queno de pedir a la Legislatura que declare la emergencia, para acceder a fondos de programas nacionales o provinciales. “Necesitamos un subsidio del estado nacional o provincial, pero tiene que ser no retornable, contra la presentación del formulario 931 donde se demuestra que los obreros están en blanco. Ahí nadie miente y es una declaración que hacemos en la AFIP, con la plata que pagamos por mes y la familia que tienen. Tiene que ser no retornable, si no, es otra plomada para que nos hundamos más rápido”, dijo.
Mencionó antecedentes con BGH, que recibió casi 30 millones en la gestión anterior. “A nosotros nunca nos dieron nada y siempre mantuvimos entre 25 y 30 obreros, a lo largo de 25 años”, dijo de su empresa.
“Ya golpeé todas las puertas y hablé con las personas más responsables que tiene este gobierno, estuve hasta para la foto y desde antes que fueran gobierno. Creo que son las únicas personas que pueden buscar las herramientas adecuadas para salir de este problema”, afirmó.
“Yo estoy en este problema por tener confianza en que podíamos salir adelante con este emprendimiento que hicimos entre muchos, pero hasta acá llegué”, dijo, reconociendo que posiblemente le toque ser “el último en apagar la luz”, poniéndole punto final a la vida de los aserraderos en la localidad. “Espero que no, y voy a tocar todas las puertas para ver qué podemos hacer. Si dan ayuda a todos los aserraderos con el compromiso de mantener nuestra gente, podemos salir a flote. Hay muchos que están trabajando en negro, fabricando maderas a 6 pesos cuando el costo de fabricación es de 11 pesos, pero también tienen que comer y uno no puede apuntar contra ellos porque afectan nuestro negocio. El problema es general”, subrayó.
“La idea con mi familia es seguir trabajando y estamos buscando qué otra cosa vender para salir adelante, pero también estamos regalando lo que hemos trabajado y nos ha costado mucho obtener”, concluyó Castro.

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