Cuando dejó de volar había contabilizado, más de 700 mil personas transportadas, poseía hangares y talleres en Río Grande y Mendoza, una dotación de 126 profesionales altamente calificados, unía diariamente a 10 ciudades, había elevado los índices de cumplimiento y puntualidad, concretado acuerdos de conexión con Aerolíneas Argentinas y convenios interlineales con las principales compañías aéreas del mundo, y a pesar de operar en pistas sin facilidades aeroportuarias, sin radio ayudas, ni adecuado apoyo meteorológico, nunca tuvo un accidente.
Río Grande.- El 13 de diciembre de 1993, celebrando el Día del Petróleo, Oscar Valls puso en marcha el proyecto aerocomercial más importante que ha tenido la Región. El objetivo; unir las ciudades donde se desarrolló la industria hidrocarburífera nacional. Pensando en los yacimientos y su gente, y siguiendo desde el aire, la ruta que recorren los gasoductos.
La empresa venía operando con pequeñas aeronaves desde 1989; “pero ese día nos lanzamos como línea aérea regional regular abriendo un circuito de vuelo que logró conectar Ushuaia con Trelew, con escalas intermedias en Río Grande, Río Gallegos y Comodoro Rivadavia. Y en paralelo, acompañamos la construcción del naciente Estado de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, a través de un puente aéreo entre Río Grande y Ushuaia, con cinco vuelos diarios”, recordó Valls.
“Al principio con dos Metro II para 19 pasajeros. Aviones que como los restantes que incorporamos -Dash-7 y Saab 340-, operaron siempre, en pistas sin facilidades aeroportuarias, sin radio ayudas, ni adecuado apoyo meteorológico”.
“Formados por el Comandante Hugo ‘Huguito’ Miranda -quien nos enseñó a volar comercialmente a todos -; KAIKEN parió decenas de pilotos y tripulantes de cabina que volando por el mundo en Aerolíneas Argentinas y Austral, aún recuerdan nuestra empresa”.
Durante 8 años la línea aérea reforzó su nexo con el sector petrolero y con más aeronaves, tejió una red de vuelos desde Comodoro Rivadavia hacia Neuquén, Rincón de los Sauces y Mendoza.
“Y mientras peleábamos las autorizaciones para hacer vuelos a la Antártida, proyectando de unir Ushuaia con la base Petrel; en 1995 nos vinculamos con el turismo, poniendo en marcha rutas aéreas de alto valor paisajístico, como la unión de Ushuaia con El Calafate, Esquel y Bariloche, de Ushuaia con El Calafate y Puerto Madryn, y de Ushuaia con Punta Arenas. También extendimos servicios para los residentes de la Región, estableciéndose vuelos hacia Bahía Blanca, Santa Rosa (La Pampa) y Córdoba”.
En febrero de 2000 después de haber transportado más de 700 mil personas, con un promedio diario durante los últimos años de 550 pasajeros, con hangares y talleres en Río Grande y Mendoza, conectando 10 ciudades todos los días, con una dotación de 126 profesionales altamente calificados, habiendo elevado los índices de cumplimiento y puntualidad, concretado acuerdos de conexión con Aerolíneas Argentinas y convenios interlineales con las principales compañías aéreas del mundo y sobre todo, sin ningún accidente; dejamos de volar. Principalmente, por la gran caída de la actividad petrolera y por el otro, debido a los interminables incumplimientos por parte del Estado Nacional a los compromisos asumidos”.
“Han pasado 24 años de aquella iniciativa y casi 17 desde que dejamos de surcar los cielos patagónicos. Y pese al tiempo transcurrido, nadie se animó a poner en marcha un proyecto de comunicación aerocomercial que, como el nuestro; contribuya a mejorar la calidad de vida y la economía de los patagónicos”.
“El corto vuelo y el escaso horizonte de muchos de los hombres y mujeres del campo de la política, ha impedido resolver la incomunicación estructural que viven los habitantes de la región más extensa y menos poblada de la argentina. Encontrándonos aislados e incomunicados por desinterés o ignorancia.
“Como ha quedado demostrado después de 24 años; las águilas vuelan solas y los gansos en bandada”.
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