El Dr. Jorge Rabassa, geólogo investigador del CADIC, pidió tener “mucho cuidado” con las soluciones que puedan definirse para la laguna Seca, porque se trata de un sistema natural y, cualquier intervención, puede “provocar consecuencias indeseadas”. Recordó que hay 33 mil científicos del CONICET en el país y entre ellos se podrán encontrar especialistas para buscar asesoramiento, además de los profesionales locales.
Río Grande.- El Dr. Jorge Rabassa fue consultado por Radio Universidad 93.5 sobre la problemática de la laguna Seca, que comenzó a debatirse en el seno del Concejo Deliberante, y si existe algún estudio realizado por el CADIC.
Explicó que “la problemática de las grandes lagunas interiores de la parte norte y noroeste de nuestra provincia está siendo estudiadas desde hace tiempo por uno de los grupos de investigación del CADIC, liderado por quien es actualmente la vicedirectora”.
“Este fenómeno de alternancia de épocas húmedas y secas determina la movilización de los sedimentos de los fondos de las lagunas cuando quedan secas. Es un fenómeno absolutamente natural y se produce cíclicamente desde los últimos diez o quince mil años”, dijo, por lo que no se trata de una situación provocada por el cambio climático.
“La zona norte tiene características específicas que han motivado estas investigaciones, que van asociadas con investigaciones arqueológicas, porque estas lagunas fueron ocupadas por comunidades indígenas, cuando permanecían llenas de agua”, indicó.
Admitió que el polvo en suspensión en esta etapa del ciclo trae “implicancias en distintas actividades humanas, desde la producción agropecuaria, el mantenimiento de las vías de comunicación, la influencia del viento que afecta a las áreas urbanas y suburbanas”, pero la tarea del CADIC no es buscar soluciones sino estudiar el fenómeno.
Se le consultó sobre las alternativas de perforar y colocar molinos para irrigar la zona, o hacer un canal desde el río Grande, y señaló que “el CADIC como institución puede proporcionar la información básica para comprender esta dinámica y ser parte de un estudio específico, que necesita una visión multidisciplinaria. También deben opinar hidrólogos, ingenieros, urbanistas, profesionales realmente capacitados. Nosotros podemos aportar mucha información sobre la génesis de estos procesos, por qué se producen y qué grado de magnitud pueden alcanzar”, aclaró del rol del grupo de científicos del centro de investigación.
Reiteró que “son fenómenos naturales que se vienen produciendo desde hace milenios y eso ha determinado las características del paisaje de la región” y aseguró que “el tema nos interesa tanto que el domingo comenzamos desde Ushuaia un curso de campo sobre la geomorfología de Tierra del Fuego, un estudio del paisaje, que es exclusivo para profesores e investigadores brasileños. Van a venir a Tierra del Fuego sólo para participar de este curso que organizamos en el CADIC y nos vamos a trasladar a Río Grande. Uno de los temas que quiero mostrarles es la problemática de esas lagunas. El curso completo dura una semana y vamos a pasar tres días en Río Grande. Vamos a tener 22 visitantes, 21 son brasileños y hay un prestigioso especialista catalán de la Universidad de Barcelona”, detalló.
También observarán el paisaje del centro de la isla, fundamentalmente la falla del Fagnano, y “les vamos a hablar de la presencia de las aguas termales, porque están directamente vinculadas con la gran falla del Fagnano-Magallanes. Por allí se produce la penetración del agua y su posterior calentamiento. En Ushuaia vamos a observar rasgos de la presencia de antiguos glaciares”, apuntó.
Finalmente se le consultó si desde el CADIC estarían interesados en participar del debate sobre la alternativa más apropiada para resolver el problema de la laguna Seca: “Por supuesto, siempre que se nos ha invitado hemos participado, en la medida de nuestras posibilidades. El CONICEC tiene 33 mil científicos diseminados en el país y seguramente encontraremos especialistas calificados para participar en esto. Hay que tener muchísimo cuidado con las soluciones que se propongan para este problema, porque aquí se trata de sistemas, y si afectamos uno de estos sistemas naturales es de esperar que pueda haber impacto en otras partes del sistema. Esto tiene que estudiarse con mucho cuidado antes de intervenir en el paisaje, porque puede ser que el remedio termine siendo peor que la enfermedad. Tiene que haber absoluta certeza de que no se van a provocar consecuencias indeseadas”, recomendó.
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