Varios ecosistemas naturales de la Argentina se vieron fuertemente afectados por cientos de especies exóticas. Sin predadores naturales, el castor terminó siendo en Tierra del Fuego uno de los invasores más perjudiciales para el hábitat y el principal responsable de daños irreversibles al ambiente y a la economía regional.
Ushuaia.- Según la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, unas 722 especies que componen la fauna y la flora actual de nuestro país no son nativas. El organismo cataloga a ocho de estas especies introducidas como «invasoras», tipificación que hace referencia a la alta velocidad con la que éstas se reproducen y a la voracidad con la que ocupan el territorio, publicó el diario Infobae.
En Tierra del Fuego, el emblema de los animales invasores que mayor daño han provocado al hábitat es el castor. Este roedor semiacuático nativo de América del Norte y Eurasia fue introducido en 1946 en territorio fueguino con la idea de crear una industria peletera. Unos años después, cuando este desarrollo dejó de ser negocio comenzaron los problemas para la biodiversidad: solamente 20 castores liberados -sin predadores naturales que pudiera realizar algún «control» dentro de una cadena trófica- bastaron para que, años después, una población de 100 mil animales acabaran destruyendo bosques enteros de lenga, guindo y ñire.
Unas 722 especies que componen la fauna y la flora actual de nuestro país no son nativas, informó la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación. Y el castor es uno de los invasores que más daño provocan.
Sumado a esto, la ocupación del 95% de los cursos de agua para fabricar diques, con la consiguiente modificación de la topografía local, originaron graves inundaciones en cientos de caminos y puentes que terminaron provocando incalculables pérdidas económicas. Las 30 mil hectáreas de bosque nativo que ya se perdieron suman un territorio dos veces superior a la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
El Estado nacional implementó hace tiempo un plan piloto en siete áreas en las que se proponen cazar con trampas humanitarias a todos los ejemplares para luego restaurar los ambientes afectados. El trabajo se desarrolla en coordinación con Chile, hacia donde también se expandió la población.
Las invasoras constituyen una grave amenaza para la vida de los animales y vegetales locales: dispersan nuevos virus y hongos, cambian paisajes autóctonos y amenazan con quebrar economías regionales. Durante 2015, solo unas 13 especies exóticas provocaron un daño de 2.543 millones de dólares cuantificadas en pérdidas de producción, gastos para control de su propagación e investigación del fenómeno.
Todo un problema que hay que resolver con políticas de Estado y toma de conciencia y compromiso de la sociedad.
Las 30 mil hectáreas de bosque nativo que ya se perdieron en Tierra del Fuego suman un territorio dos veces superior a la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
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