Columna de opinión de la Lic. Alejandro Guillermo Vinazza – UTNAA.
Existen diferentes definiciones del término “puerto”. Hay algunas orientadas, como la de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo” (UNCTAD), a desarrollar la interfaz entre los distintos modos de transporte existentes, otorgando prevalencia a los sistemas funcionales integrados dentro de una cadena de valor. La Unión Europea en cambio apunta a definirlo como una zona de intercambio de mercancías y transporte de personas. Ambas coinciden en que personal capacitado y equipamiento moderno son indispensables.
La Ley de “Actividades Portuarias” 24.093 denomina “puertos a los ámbitos acuáticos y terrestres naturales o artificiales e instalaciones fijas aptos para las maniobras de fondeo, atraque y desatraque y permanencia en buques o artefactos navales para efectuar operaciones de transferencia de cargas entre los modos de transportes acuático y terrestre o embarque y desembarque de pasajeros, y demás servicios que puedan ser prestados a los buques o artefactos navales, pasajeros y cargas”.
A los efectos de este artículo se dará prelación a uno de los ejes en común de estas definiciones, el flujo de mercancías y personas.
Los puertos siempre existieron, así lo marca la historia. Como sabemos, a fines del siglo XVII el flujo se realizaba entre el mundo y el Río de la Plata por barco, los que por no poder acercarse a la costa por su condición de gran porte de ultramar debían fondear lejos de la costa. A estos se les acercaban embarcaciones menores que hacían que las mercancías fluyan entre buque y costa.
En un ejemplo fueguino, la ausencia de muelle no impidió que el Comodoro Augusto Lasserre con una flota denominada “División expedicionaria al Atlántico Sur” de la Armada Argentina desembarcara en la Bahía de Oshovia y se produjera el flujo que fundaría la Ciudad de Ushuaia el 12 de octubre de 1884.
Bajo una temática provincial, y en búsqueda de la distinción entre puerto y muelle, podemos encontrar ejemplos en las Campañas Antárticas de Verano llevadas adelante por el Ministerio de Defensa, en la cual se involucran medios aéreos, terrestres y navales. En un ejemplo aproximado se puede comprender fácilmente el sentido de este texto: El Rompehielos Almirante Irizar fondea en Caleta Potter, desembarca por medio de un helicóptero Sea King la dotación científica que realizará inicialmente su investigación en la Base Carlini, junto con carga general y material científico. Concluidos estos estudios, en una segunda etapa los científicos son trasladados junto a sus equipos por medio de un Twin Otter que despega desde la pista del glaciar a Base Esperanza. Al finalizar, son trasladados en embarcaciones menores desde la rampa de Puerto Moro, en marea baja, hasta el Aviso Islas Malvinas que los repliega hasta la Ciudad de Ushuaia. Podemos apreciar que en ningún momento el flujo y conectividad se realizó estrictamente a través de un muelle, y que en el intercambio hay factores determinantes entre los que podemos mencionar superficialmente: el recurso humano, el medio material (buques, botes, camionetas, cuatriciclos, aeronaves, alojamiento, etc.), servicios básicos (los que nos permiten vivir plenamente), y operaciones (coordinación de tiempos con actividades). Estos científicos, en esta actividad específica, fueron parte de un flujo que pasó por muchos puertos y nunca tocó un muelle.
En ocasiones, tendemos a asociar puerto con muelle, una interpretación normal en la generalidad de la sociedad, pero que no debiera suceder en los sectores de responsabilidad funcional de un gobierno. Un puerto es una relación donde uno de los actores es la sociedad por medio de una gama muy amplia de sectores productivos y servicios asociados. Su contraparte es el comercio, del cual la sociedad se nutre mediante la exportación e importación de producción. A su vez se fomenta la cultura, enriquece el patrimonio y comunica su esencia.
Normalmente en puertos continentales como Bahía Blanca, Comodoro Rivadavia o Buenos Aires es muy importante generar servicios y preparar la ciudad para producir un flujo exitoso, procurando que la coordinación, servicios e infraestructura coexistan fuera del muelle apropiadamente convirtiendo a estas en “ciudades-puerto”. Es importante que el camión que traslada un TEU desde el muelle hasta la estación de transferencia no interrumpa el tránsito, también que las carreteras estén en buen estado y los semáforos sincronizados, que las agencias marítimas den adecuado soporte a los buques y que el camión de combustible llegue a horario para que la nave zarpe antes de que llegue la próxima, que el taller de reparaciones navales cuente con los insumos y calificaciones necesarias, que el dique esté presto a ofrecer sus servicios, etc.
En una provincia netamente insular, el esfuerzo debe redoblarse ya que las herramientas no necesariamente están al alcance de la mano, pero la eficiencia debe ser la misma, como mínimo la que demanda el mercado. El puerto debe garantizar el flujo, siendo accesorio contar con un muelle largo, dos medianos o tres pequeños. Ejemplo de muelle sin ningún flujo, es el de pesca artesanal de la Ciudad de Ushuaia.
En conclusión, coordinar y generar actividades portuarias es un desafío y se requiere especificidad de conocimiento en el ámbito, no sólo marítimo (saber que es un muelle) sino productivo y comercial. El mejor muelle del mundo, sin diagramación, conexión y adecuado soporte entre la ciudad y el cliente, será un muelle sin actividad, no un puerto. El enfoque debe estar en la satisfacción del cliente y en superar sus expectativas para renovar su confianza, ello nos hablará del éxito de la misión.
Primer interrogante: A qué visión de puerto nos apegaremos?
Proyección portuaria para Tierra del Fuego
Por la ubicación Argentina en el mundo, el transporte, comercio y comunicaciones se realizó y realizará sin solución de continuidad por vía fluvial y marítima. Esto así, por la simple razón que el 70% de la superficie del planeta es agua, lo que convierte al transporte marítimo en actor principal. No podemos seguir actuando como si la Ciudad de Buenos Aires estuviera a dos peajes de autopista.
Sobre el turismo para nuestra provincia, la demanda que hoy se tiene respecto de la posición de privilegio innata como puerta de entrada a la Antártida, estará asegurada si los diferentes actores involucrados en la “ciudad puerto” podemos estar a la altura de las circunstancias logísticas y operativas (mantener el flujo). En contraposición, siempre hay otros puertos que están ofertando a nuestra demanda, la competencia es constante y será terminal. Ushuaia necesita la construcción de un nuevo muelle que dé continuidad, en época de buques de pasajeros, al flujo de buques contenedores y buques pesqueros, además de contribuir a quitar esta actividad de un lugar poco amigable y efectivo con el funcionamiento de la ciudad.
Es un alivio y una luz de esperanza la apuesta del gobierno nacional, a través del Ministerio de Defensa, de por fin llevar adelante la obra de construcción de un polo logístico antártico y la Base Naval Integrada de la Armada Argentina. En este sentido el gobierno provincial no debería perder protagonismo, dar prioridad y sin desdén apoyar tal iniciativa, que redundará en una ganancia para la sociedad.
En el mientras tanto, deberemos enfocar también el esfuerzo en fomentar actividades como la pesca de altura (excelente generadora de divisas), y no sólo extraerla sino también generar interacción económica-social al darle valor agregado; producir servicios logísticos incluido el mantenimiento; convertir a la Ciudad de Río Grande en una “ciudad-puerto” (darle flujo) con capacidad marítima por medio de la construcción de un muelle específico para las actividades productivas que esa localidad requiere, ya que es la ciudad industrial de la provincia.
Segundo Interrogante: Qué medidas en materia portuaria vamos a adoptar para llegar a ser la provincia “grande” o “marítima”?
Desde el centro de desarrollo logístico Universidad Tecnológica Nacional Antártida Argentina (UTNAA), dependiente de la regional Tierra del Fuego, queremos hacer énfasis en lo fundamental y esencial del proceso. Es uno de nuestros principales objetivos brindar a los actores estatales y privados la articulación necesaria basada en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) para el crecimiento productivo de la región.
(*) Lic. Alejandro Guillermo Vinazza – UTNAA.
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