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Murió Carlos Menem, el presidente que marcó una década

Este domingo, y tras pasar dos meses internado en el sanatorio Los Arcos, donde había sido ingresado por una infección urinaria, murió el ex presidente Carlos Saúl Menem. A mediados del año pasado, el ex mandatario había pasado 15 días en el Instituto del Diagnóstico y Tratamiento por una neumonía bilateral. Menem es velado en el salón Azul del Senado y podrá entrar el público. La ciudad de Río Tercero decidió «no adherir al duelo nacional».

Buenos Aires.- Carlos Saúl Menem nació el 2 de julio de 1930 aunque, jocosamente, por coquetería, solía sostener que era de 1935. Lo cierto es que su primer respiro lo dio en Anillaco, en el departamento riojano de Castro Barros. Sus padres, llegados a la Argentina en los años veinte, eran Saúl Menem y Mohibe Akil. Como la mayoría de los jóvenes de la época, sus estudios primarios y secundarios los hizo en la escuela pública de La Rioja. Desde muy joven demostró una especial particularidad: mezclarse con la gente, aprender a escucharla y atenderla con confianza. De ahí al ejercicio de la política había solo unos pasos.

Solía contar que en 1951 viajó a Buenos Aires para participar en un campeonato de fútbol, oportunidad en que fue presentado a Juan Domingo Perón y su esposa “Evita”. Desde entonces, su trayectoria en la política la daría en el justicialismo.

Como muchos riojanos vivió en Córdoba, donde estudio Abogacía. En los claustros conoció e hizo amistad con Eduardo César Angeloz, un joven radical con quien años más tarde competiría por la Presidencia de la Nación. En esos tiempos de batalla electoral, los dos se trataron desde las tribunas respetuosamente. Coincidentemente, los dos llegaron a gobernar sus provincias.

Se recibió en 1955, año que lo marcaría especialmente, porque fue el año de la Revolución Libertadora y su creciente militancia lo llevo a defender a numerosos presos políticos. En 1957 estuvo preso varios meses durante la gestión del mandatario de facto Pedro Eugenio Aramburu. En 1962, bajo la bandera de Unión Popular, fue electo diputado provincial pero no llegó a jurar porque devino el derrocamiento del presidente constitucional Arturo Frondizi. Al año siguiente, Menem fue electo presidente del Partido Justicialista de La Rioja.

En 1964 viajo a Siria, la tierra de sus padres, donde conoció a Zulema Fátima Yoma, quien sería su esposa. Luego viajo a Madrid como apoderado del partido para conocer al ex presidente Perón. Logró transponer el círculo áulico del líder popular gracias a una gestión del empresario Jorge Antonio. “Este joven tiene premio” — tiene futuro– le comentó “Don Jorge” a Perón. Era la época en que Menem comenzaba a lucir un peinado parecido al caudillo Facundo Quiroga, tal como lo conocería gran parte de la sociedad. Llamaba la atención.

Tras el fracaso de la llamada “Revolución Argentina”, el 11 de marzo de 1973, Menem llega a la gobernación de La Rioja con el 67% de los votos. Fue la primera elección en la que el peronismo se presentaba con su nombre desde 1955. La provincia era en ese momento una de las más postergadas del país. Desde ese cargo comenzó una dura tarea por hacerse conocer a nivel nacional y su natural simpatía lo llevo a llamar la atención. Con notable esmero fue creando una imagen pública ya sea con la televisión y radiofonía nacional, en las revistas políticas o del corazón, o en las reuniones públicas. Se podría decir que estaba en todas partes. Al mismo tiempo fue sembrando con la vista puesta en su futuro político porque recorría el país de Norte a Sur. Lo mismo le daba presidir reuniones de veinte personas o actos con 1.000 asistentes o más. En cada viaje fue trazando una madeja que más tarde lo impulsaría a la Presidencia de la Nación. No es un secreto que tenía a su favor una memoria prodigiosa. Llegaba a un pueblo y conocía a sus principales dirigentes, los trataba por su nombre o seudónimos, conocía a sus esposas y preguntaba, por sus hijos con sus nombres. Para todos tenía algo particular, un mensaje, un chiste, una salutación.

En Rosario, Santa Fe, en 1974 se atrevió a dar un gran paso al presentar su candidatura presidencial para suceder a “Isabelita” Perón. Eran tiempos violentos, de internas salvajes, y un amigo lo salvó sacándolo de la ciudad en el baúl de un auto.

El 24 de marzo de 1976 una comisión militar lo detuvo y, enviado a la Capital Federal, engrosó la lista de los presos en el buque “33 Orientales”. Más tarde vino su estadía en el prisión militar de Magdalena hasta 1978, época en la que falleció Mohibe, su madre, y ni siquiera pudo ir a despedirla. Luego vino el régimen de libertad vigilada en Mar del Plata, donde cada salida se convertía en una manifestación porque la gente lo reconocía. Después pasó por Tandil y de allí al infierno de Las Lomitas, Formosa, donde faltaba de todo pero sobraba el calor y la humedad.

El Proceso de Reorganización Nacional que, a comienzos, parecía no tener fin, tras la guerra de las Malvinas se desplomó. El 30 de octubre de 1983, Menem volvió a la austera Casa de Gobierno de La Rioja con el apoyo del 54% del electorado. A los pocos días de su triunfo, en una prueba de civilidad, fue a una quinta de Boulogne, a visitar a Raúl Alfonsín, el presidente electo radical.

Es cierto, Alfonsín asumió la primera magistratura de un país devastado y humillado, pero no pudo o no supo ponerlo de pié. Mientras tanto el peronismo iba poniendo orden en su interna con el nacimiento de la Renovación, encabezada por Carlos Menem, Antonio Cafiero y Carlos Grosso. En septiembre de 1987, el justicialismo dio un gran golpe en las urnas y, principalmente, ganó la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

Desde allí hasta 1989, Carlos Menem tuvo dos hechos que confirmarían sus desvelos. El sábado 7 de mayo de 1988 comenzó su campaña interna por la candidatura presidencial que disputó con Cafiero. La presencia masiva del peronismo “en estado puro, químico” alrededor de su camión en la caravana de La Matanza, fue absoluta. Resultó una señal de lo que acontecería en 8 de julio de 1988, día en que se consagró candidato a Presidente de la Nación. Pocos meses más tarde viajó a Europa en calidad de candidato oficial. Fue en ese periplo que el futuro mandatario escucharía de los líderes de España, Francia y Alemania los sueños que depositaban en la Argentina. En noviembre del mismo año visitó al uruguayo Julio María Sanguinetti y esa cumbre tuvo especial relevancia en su futura política de “paz interior” o “reconciliación”, como la denominaría el cardenal Primatesta.

El 14 de mayo de 1989 Menem se impuso al radical Angeloz por el 49,3% del electorado. Ese mediodía, luego de votar, tomó una avioneta y se trasladó a almorzar a Anillaco, su pueblo, su gente. El 8 de julio asumió anticipadamente la Presidencia de la Nación con una economía en estado de descomposición y una inflación de alrededor del 5.000% anual. Sorprendió cuando designó a Miguel Roig, alto ejecutivo de la empresa Bunge y Born, en el Palacio de Hacienda. Los resultados que se esperaban del grupo no fueron satisfactorios y en esos tiempos dramáticos, en el que no faltaron presiones partidarias y militares, el riojano Erman González condujo la Economía a partir de diciembre. Cumplido el duro período inicial de poner orden con un programa de shock, en abril de 1991, llegó Domingo Felipe Cavallo y se afianzo un período de crecimiento económico, inflación moderada y tranquilidad social. El denominado “Plan de Convertibilidad”, de recuperación de la moneda nacional, comenzó a dar sus frutos. Tras estos resultados comenzó un plan de privatizaciones y de inversiones externas directas. A decir verdad eran organismos del Estado en desuso y bancarrota que debían volver a funcionar. No todo fue prístino y en muchos casos hubo serias quejas.

Sin embargo, en octubre de 1993, el partido en el poder ganó las elecciones de medio término y al año siguiente, tras el respaldo electoral, logró negociar con la oposición una reforma constitucional, que garantizaba una reelección presidencial como punto llamativo. En 1995, Menem fue consagrado candidato nuevamente y comenzó la campaña, con un mal presagio. En marzo, “Carlitos” el hijo mayor del matrimonio pereció en un accidente. Sin que hasta el presente, la investigación del hecho haya dado resultados definitivos.

Su segundo mandato fue rico en acontecimientos, no todos positivos. En 1996, la dupla Menem-Cavallo se rompió y la política económica entró en lo que dio en llamarse “piloto automático”. Por una parte perdió el impulso inicial y por la otra Menem, imaginando una “re-re”, abandonó las reformas de segunda generación. En el medio de todo esto apareció de las sombras una venta de armas a Ecuador en plena disputa con Perú, nuestro histórico amigo y luego aliado en la guerra de las Malvinas.

En 1999 la sociedad buscó en las urnas un poco de seriedad y tranquilidad. Ya no alcanzaban los éxitos de la política exterior del canciller Guido Di Tella y el “efecto Tequila” no ayudo. En 1997 tuvo una señal, en las elecciones de medio término se impuso un frente electoral de centro-izquierda, especialmente en la provincia de Buenos Aires. Luego, en 1999, con “el dicen que soy aburrido”, Fernando de la Rúa, el candidato radical, ganó las elecciones con el 48,5% de apoyo.

El 10 de diciembre de 1999, Carlos Menem volvió al llano y comenzó un largo recorrido por distintas instancias judiciales en Comodoro Py. Un camino que parece trazado para todos los mandatarios apenas dejan el poder. Mientras el ex presidente se debatía en los tribunales, la situación económica y social de la Argentina entra en caída libre. Fernando de la Rúa abandonó el poder en 2001 y se sucedieron varios presidentes en pocos días, hasta que asumió Eduardo Alberto Duhalde, su viejo compañero de fórmula en 1989. En 2003, tras un superficial matrimonio, Menem volvió a presentarse como candidato a Presidente de la Nación del “Frente de la Lealtad”, en el que ganó por el muy estrecho margen de 2% (25% a 23%). La nueva Constitución de 1994 obligó a un balotaje entre las dos primeras formulas al no haber alcanzado el 45% necesario. Entonces Menem deja de lado su consigna electoral “merecemos una segunda oportunidad”, e intuyendo que no ganaba el balotaje, renunció a la contienda y asumió el desconocido Néstor Kirchner, acompañado por Daniel Scioli.

Desde aquel momento, Menem se sumergió en el silencio y volvió a aparecer a la luz pública en 2005 como Senador Nacional de la Rioja, por la minoría, con fueros y privilegios que conservaba hasta hoy. El 19 de agosto de 2007 se presentó como candidato a Gobernador, habiendo logrado el tercer puesto con el 22% de los votos, detrás de Luis Beder Herrera y Ricardo Quintela. Su derrota lo hizo desistir de volver a presentar su candidatura a Presidente de la Nación en ese año.

Como legislador, en 2008, asistió al debate sobre el proyecto de retenciones móviles del kirchnerismo. En esas horas se encontraba internado por neumonía, pero se presentó al recinto a la hora de la votación. Gracias a su voto el resultado terminó en un empate de 36 votos para cada bloque. Solo el voto del vicepresidente Julio Cobos pudo inclinar el resultado a favor del sector agrícola. En 2018, fue valorado por los sectores católicos por su voto contrario a la interrupción voluntaria del embarazo.

Para una gran parte de la sociedad, su período presidencial fue recordado por la tranquilidad social de los primeros años. Fueron los sueños de un país que no logra ser.

 

Velan a Menem en el salón Azul del Senado y podrá entrar el público

 

Se harán uso de los honores que se les guardan a los ex mandatarios nacionales. El ex presidente Carlos Menem está siendo velado desde las 20 horas de anoche en el Salón Azul del Senado de la Nación, adonde puede ingresar el público para dar su adiós al ex  mandatario, informaron fuentes oficiales.

El cuerpo del senador riojano, quien falleció a los 90 años, fue llevado al Palacio Legislativo cuando terminaron las tareas previas en una casa velatoria, tal lo dispuesto por su hija Zulema Menem, su ex esposa Zulema Yoma y otros familiares, explicaron a Télam fuentes de la Presidencia de la Cámara alta.

La despedida prevista incluirá un momento íntimo con sus familiares para luego permitir el ingreso de dirigentes, amigos y allegados hasta mañana, cuando se retiren sus restos para su inhumación.

Las fuentes oficiales precisaron que «la capilla ardiente comenzó a las 20 horas y el público deberá ingresar por la explanada del Palacio, en la avenida Rivadavia y Entre Ríos».

La familia decidió además no permitir acceso a la prensa, y solo habrá transmisión institucional por Senado TV y su canal de YouTube y se contará con el servicio de fotografía de la Cámara alta.

 

La ciudad de Río Tercero decidió «no adherir al duelo nacional»

 

Exactamente en diez días -el 24 a las 9 de la mañana- el ex presidente Carlos Menem debía sentarse en el banquillo de los acusados para ser juzgado como «autor mediato» de la voladura de la Fábrica Militar de Río Tercero. Un cuarto de siglo después de aquel drama, la Justicia había resuelto que hubiera un juicio. Su muerte, ahora, cierra la causa. Río Tercero es la única ciudad del país que no adhirió al duelo nacional de tres días dispuesto por el Poder Ejecutivo Nacional.

El proceso que debía enfrentar Menem complementaría el juicio de 2014, que terminó con las condenas a los exmilitares que ocupaban cargos jerárquicos al momento de las explosiones: Edberto González de la Vega, Carlos Franke y Jorge Antonio Cornejo Torino fueron condenados a 13 años de prisión, en tanto que Marcelo Diego Gatto recibió la pena de 10 años. En todos los casos, por el delito de «estrago doloso agravado por la muerte de personas».

Menem no fue parte de ese juicio, ya que había sido beneficiado por la Cámara de Apelaciones de Córdoba con una falta de mérito. En 2013, el juez federal de Río Cuarto, Carlos Ochoa, procesó al expresidente. Para Ochoa, en esa planta se concentraba el armamento que enviaban los cuarteles del Ejército antes de ser contrabandeado a Croacia y Ecuador entre 1991 y 1995, y en la explosión se intentó eliminar pruebas del contrabando en momentos en que la Justicia Federal de la Ciudad de Buenos Aires avanzaba en la investigación de ese delito. Contra lo sostenido por el juez, la Cámara de Apelaciones benefició al expresidente.

En 2017, sin embargo, la Cámara Federal de Casación Penal revocó el sobreseimiento y en 2019 pidió que se elevara a juicio la causa. En octubre pasado se le puso fecha al proceso.

«Cumpliendo con lo dispuesto, se informa que se ha resuelto no adherir al duelo nacional y no rendir homenajes a Carlos Saúl Menem, acusado de ser el principal responsable del atentado de la explosiones de la Fábrica Militar de Río Tercero en 1995», señaló la Municipalidad de Río Tercero en su cuenta oficial de Twitter.

En noviembre pasado, cuando se conmemoraron los 25 años de la explosión, el intendente Marcos Ferrer (UCR) firmó un decreto ad referendum del Concejo Deliberante en el que se declaró a Menem persona no grata. «Estamos convencidos de su participación; todo el proceso fue muy escabroso. La Justicia no depende de nosotros, pero queremos que la memoria colectiva tenga bien claro qué pasó», dijo.

A las 8.55 del 3 de noviembre de 1995, una lluvia de proyectiles y pedazos de metal se desató sobre la ciudad de Río Tercero. Nadie tenía información, pero por intuición miraron a la fábrica. El saldo fue de siete muertos, 300 heridos y múltiples daños materiales. Desde hace tiempo, las autoridades locales y los vecinos piden que se hable de «atentado».

Las explosiones fueron tres: las dos primeras en la planta de descarga de la fábrica y la tercera, y más importante, en el depósito de expedición y suministros. Conforme detonaban, los proyectiles de los polvorines se esparcieron por los barrios de Escuela, Las Violetas, Libertador y Cerino, los más dañados de la ciudad. Al comienzo, la investigación se orientó hacia la hipótesis de un accidente por un desperfecto en la manipulación de un montacarga. Años más tarde, pericias técnicas determinaron la intencionalidad de la voladura con trotyl.

Menem llegó a Río Tercero a las 5 de la tarde de aquel 3 de noviembre. En conferencia de prensa, afirmó que el hecho era «un accidente» y que había que descartar un atentado. «Ustedes tienen la obligación de difundir esa palabra», dijo el entonces Presidente.

La única querellante de la causa, la abogada Ana Gritti, viuda de una de las víctimas, logró en soledad recoger pruebas y testimonios que señalaban, sin lugar a dudas, que se trató de un atentado y consiguió que se realizara un peritaje decisivo en 2003, en Serrezuela, que confirmó el hecho intencional.

Gritti falleció antes del primer juicio, pero sus dos hijas continuaron la querella con los abogados Ricardo Monner Sans, Aukha Barbero y Horacio Viqueira. Para Viqueira, todas las pruebas apuntan a que el expresidente tuvo «directa intervención en los ilícitos cuyo ocultamiento fue el motivo deliberado de la explosión».

Los riotercerenses no sólo no pudieron ver que la Justicia avanzara hasta dar con el máximo responsable de las explosiones, sino que los 12.000 vecinos que iniciaron una demanda civil contra el Estado todavía no cobraron las indemnizaciones fijadas.

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