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El productor porcino Daniel Parún expresó su satisfacción por el crecimiento de la granja, la calidad del producto, y el interés que ha despertado en la gastronomía de Ushuaia, pero a la vez planteó una sucesión de obstáculos del Estado que atentan contra la producción genuina. El costo del flete es uno de ellos y no pasa solamente por el transporte, sino por lo que cobra AFIP para la revisión en Río Gallegos y vuelve a cobrar en Tierra del Fuego, más el costo de permanecer con la carga de alimentos en depósito. Se suma ahora el cobro de SENASA por el servicio de control y, solamente de flete, tomando en cuenta todos estos ítems, se van 600 mil pesos por camión para que llegue el alimento. Luego están las limitaciones del matadero municipal que, al ser estatal, no trabaja fines de semana ni feriados. En el fin de semana largo de carnaval tuvo que cerrar la carnicería por los días perdidos de faena, que lo dejaron sin producto, y ahora analiza la posibilidad de tomar un crédito blando para contar con un centro propio. Afirmó que hay posibilidades de expansión del emprendimiento, pero el Estado en sus distintos niveles es una máquina de impedir, en lugar de facilitar la producción y generación de trabajo.

Río Grande.- El productor porcino Daniel Parún dialogó con Radio Universidad 93.5 y Provincia 23 sobre las aspiraciones de crecimiento y las trabas del Estado en todos sus niveles para facilitar el desarrollo de la producción local y genuina.

Pertenece a la cuarta generación de productores y su granja porcina es la más importante de la provincia. Se trabaja “todos los días, porque hay que hacerse cargo de los animales que están bajo techo, y no tenemos feriados. Gracias a los empleados y la familia, que siempre están acompañando el emprendimiento, se ha hecho un emprendimiento unido y tenemos casi 80 madres en la granja. Tenemos mucho trabajo con la inseminación artificial, que la hacemos con Buenos Aires. Eso significa para nosotros mejorar la calidad de los animales, y lo que uno le da de comer lo transforma en masa muscular. Si la calidad del animal no es buena, genera mucha grasa y los cortes tienen un valor mucho más bajo. Uno les da un alimento muy bueno para que el animal rinda”, dijo sobre su producto.

Fletes por las nubes

Respecto del costo de los alimentos, hizo referencia a los fletes y las otras imposiciones del Estado que lo encarecen todavía más. “La mayoría de los transportes cobra el gasto del camión y los adicionales, como el ingreso a Tierra del Fuego, que requiere trámite aduanero en Río Gallegos, verificación de la carga declarada, costo de la balsa, que subió a 17.500 pesos; luego en Río Grande interviene nuevamente AFIP para verificar la carga que se declaró en Río Gallegos. Esto implica ingresar a una terminal logística y pagar alrededor de 50 mil pesos por cada camión que ingresa de Río Gallegos. Si tenemos suerte y nos toca el escáner, que es casi sin costo, ahorramos los 14 mil pesos del depósito fiscal. En este vamos a AFIP, hacen el control del escáner y el costo es mucho más bajo que la terminal. Ahora hay que pagar SENASA también. Son más de 600 mil pesos por una carga de entre 25 y 28 mil kilos”, estimó.

“Si dividimos esos 600 mil pesos por los 25 mil kilos, nos da el costo del flete por kilo”, que rondaría los 24 pesos y representa alrededor del 25% del total. “Entre alimento balanceado y el viaje, el costo es de dos millones y medio de pesos. Eso está todo declarado, porque al ingresar hay que declarar la cantidad de kilos de alimento y el costo que tiene”, dijo.

A esto se suman aumentos excesivos: “En diciembre para traer 35 mil kilos tuvimos un costo de un millón cuatrocientos mil pesos, y hoy eso mismo está en dos millones de pesos. Hubo un 40% de aumento en solamente 80 días”, manifestó, y aclaró que “esa carga dura un mes, es decir que tenemos que traer un camión por mes, y hay que preverlo cada 20 días porque a veces la balsa no cruza por el viento, o toca un feriado largo y hay que pagar servicios extraordinarios, o las rutas cuando llueve rompen todos los camiones y no conviene que entren. Cada 20 ó 25 días tiene que ingresar un camión”.

“Hoy tenemos más de 700 animales bajo techo entre todas las categorías. Tuvimos una muy buena producción y estamos destetando no menos de 140 lechones mensuales, esto da un promedio de 13 mil kilos mensuales de carne, porque pesan 95 kilos aproximadamente. Hay momentos en que las ventas son buenas, como fin de año o Navidad, que es la fecha más importante en el caso de lechones, y nos estamos preparando para llegar a fin de año con no menos de 300 lechones en sala de ventas”, adelantó.

La máquina de impedir

Respecto de la asistencia del Estado, dijo que el año pasado recibió “un subsidio de 298 mil pesos, que los usamos para comprar jaulas de gestación. Las estamos terminando la semana que viene y la compramos a una fábrica de Santa Fe que ya nos ha provisto de insumos para la granja. El gobierno de la provincia con el Ministerio de Ganadería está tratando de mejorar la infraestructura del laboratorio que está en la Rural, y el compromiso de Sonia Castiglione y Emiliano Olmedo, luego de haber adquirido una máquina nueva, es que el laboratorio pueda hacer mayor cantidad de análisis y el envío, porque es un problema grave que tenemos hoy. El matadero ha hecho esfuerzos, pero yo traigo los animales el domingo y me los entregan el martes, y no tienen una cámara frigorífica óptima. Esto además afecta la parte logística, porque le tengo que pagar a la gente que se tiene que quedar, que también almuerza, hace horas extra”, planteó.

“Hace dos semanas me iba a juntar con Lapadula y a último momento cuando me había venido de la granja me avisó que no podía. La semana pasada estuve con Facundo Armas y ayer me mandó un mensaje para que retire los animales mañana a las 13:30, cuando ya están a las 10 de la mañana. Esas tres horas para mí son un montón, y a veces no tengo carne en la carnicería”, aseguró.

Casi una semana cerrado

Por el carácter estatal del matadero que no trabaja fines de semana ni feriados, Parún se quedó sin producto casi una semana. “Con los feriados de carnaval yo faené el viernes, que hubo más movimiento de ventas, y el lunes tuve que cerrar, aunque tenía mercadería en la granja para faenar. El martes también era feriado, traje animales el miércoles y me los entregaron el jueves”, relató.

“Desde la granja hacemos lo posible para no seguir generando conflictos, porque el año pasado hubo mucha gente que no mostró empatía para ver si podemos resolver en serio los problemas. Acá no se trata de juntarse solamente sino de tomar el compromiso y resolver. Yo me comprometí a producir, y hoy estoy produciendo. Sobreviví a una pandemia, ahora enfrentamos un aumento brutal del 40% en 80 días en flete. Ya no sabemos qué más hacer para sostener los precios”, alertó.

Un problema común a los productores

Los inconvenientes que plantea son comunes a otros productores ganaderos. “Estuve hablando con comerciantes amigos que tienen vaquillonas, terneras, corderos, y están todos en la misma con el aumento de los costos. Después vemos en los supermercados cerdos de Dinamarca, Brasil, Estados Unidos. Creo que está bien tener un poco de cada uno porque hay gente que busca cortes más económicos y otros con un poder adquisitivo más alto que pueden pagar más. Nosotros hoy estamos ofreciendo la bondiola fresca y viene la congelada con un 35% menos”, observó ante la competencia de la importación, si bien “cuando se cocina esa bondiola, la nuestra mantiene la contextura porque es de buena calidad, y de la otra se derrite la mitad”.

Librados a su suerte

Fue contundente al señalar que “no hay ningún tipo de resguardo a la producción local y genuina. Nosotros compramos el maíz, el alimento, tenemos los animales, generamos producción, damos trabajo. Hoy la granja tiene ocho empleados registrados, no somos una familia que produce en el patio de la casa o una chacra, y no es por desmerecer, sino que tenemos costos fijos mensuales muy altos. No solamente el costo del alimento balanceado, sino de los sueldos, los alquileres, los insumos de la carnicería. Tenemos un producto de primera línea en un lugar totalmente adecuado, y eso tiene un costo altísimo”, sostuvo.

Agradeció la predisposición de propietarios de locales de gastronomía en Ushuaia, que le han dado ingreso a su producto. Comenzamos con uno en particular que diseñó un plato especial que lleva 48 horas de elaboración, luego se sumaron dos más y “ahora nos quieren hacer llegar a Las Hayas con nuestros productos. Es una manera de vender lo que producimos porque por la situación de Río Grande hoy no hay tanto movimiento como antes. El turismo que llega a Ushuaia con otro poder adquisitivo permite tener mucha capacidad de ventas y ocupación en los restaurantes”, expresó.

“Hoy lo que necesito es algo simple: que me entreguen los animales en el día. Eso en cuanto a logística me genera un alivio tremendo. La última faena que hice en diciembre estaba a 680 pesos y hoy está a 960 por animal, es decir que aumentó un 40% el costo del matadero municipal. No es lo mismo pagar 8.500 pesos por una faena que ir a pagar 13 mil. Son 140 capones por mes, que son 140 mil pesos, y lo que me preocupa además es si van a tener capacidad para faenar esos 140 capones. Yo los tengo que traer del campo y en época de invierno son tres horas de viaje. El matadero tiene un horario para ingresar y tengo que venir un domingo”, manifestó.

Limitados para el desarrollo

Finalmente expuso su deseo de “seguir ampliando, pero me da miedo -en función de limitaciones ajenas al emprendimiento, fundamentalmente en el matadero-. Una jaula nueva puesta acá son casi 200 mil pesos. Hoy tenemos 18 jaulas y queremos poner 14 más. Estuve hablando con una funcionaria de Economía porque hay posibilidad de créditos blandos con una tasa del 22 ó 26% y tenemos pensado hacer una sala de faena propia. Hay muchos feriados, y no podemos tener la carne estacionada un mes”, concluyó.