El cura gaucho fueguino falleció en un trágico accidente en la Ruta N°3. Tenía 81 años. La camioneta que manejaba se estrelló contra el acoplado de un camión en la rotonda de ingreso a Río Grande, justo cuando se dirigía a brindarle asistencia a un vecino rural. Querido y reconocido por su labor visitando a las familias que vivían más alejadas en las zonas rurales, donde realizó tareas. Se lo recuerda a caballo y siempre compartiendo mates.
Río Grande.- El cura gaucho fueguino, José Zink, falleció hace 18 años en un trágico accidente de tránsito en la Ruta N°3.
Querido y reconocido en toda nuestra Provincia por su labor visitando a las familias que vivían más alejadas en las zonas rurales de Río Grande donde desempeñó mayormente sus tareas.
Se lo recuerda a caballo y siempre compartiendo mates. Entre el 79 y el 84 estuvo en Ushuaia, trabajando en el Colegio Don Bosco. Fue un defensor de nuestra soberanía en Malvinas y quien recibió a los soldados que llegaban heridos y para ser atendidos en nuestra ciudad.
El 3 de julio del 2004 la provincia se paralizó por su muerte. Tenía 81 años. La camioneta que manejaba (que él llamaba ‘el Tordillo por su color blanco) se estrelló contra el acoplado de un camión en la rotonda de ingreso a Río Grande, justo cuando se dirigía a brindarle asistencia a un vecino rural.
En la Provincia se decretó duelo provincial de 96 horas y el asueto se cumplió en la administración pública, al que adhirieron los municipios.
Los restos del sacerdote fueron velados en el gimnasio de la misión salesiana, fundada por monseñor José Fagnano en 1889, y fue despedido y reconocido por cientos de vecinos.
“Se fue el amigo de los niños y los paisanos”
El periodista de Provincia 23 Ramón Taborda Strusiat escribió en la edición posterior al fallecimiento del Cura Gaucho que “Se fue el amigo de los niños y los paisanos”. Ha dejado una enorme tristeza en la comunidad fueguina, agrega el periodista. Miles lo lloraron y sin dudas, “la procesión de su cuerpo desde La Misión hasta el cementerio local el día de hoy, será una de las más grandes que se conozca”, vaticinó con enorme precisión ya que fue exactamente así aconteció. “Es que el Padre Zink, más que un sacerdote, era un verdadero amigo, siempre presto a un sabio consejo, a una palabra de aliento. Su vida misma era un canto al trabajo y a la vida. Vida a la que amaba profundamente, especialmente, a la de sus semejantes”, elogió.
Su ministerio fue servir, tal cual lo instituyó el Señor, su lema preferido era “el cura para la gente, no la gente para el cura”. Su desvelo, la integridad de los niños y los jóvenes, sobre todo en esta época donde parece reinar el materialismo y el hedonismo. Con palabras sencillas, él les infundía esa sabiduría ancestral propia de nuestros abuelos, orientadora hacia principios universales y escatológicos, palabras profesadas con el más rico de los ingredientes, el amor.
El Padre Zink vivió en dos épocas bien diferenciadas de Río Grande, la que conoció cuando fue la aldea pueblerina, plagada de anécdotas bucólicas; cuando el vivir no necesitaba de mayores pretensiones y a la pujante ciudad de hoy, llena de complejidades propias de la vida contemporánea. En ambas resaltó su figura, en ambas fue querido y respetado por todos; por los humildes, por los sabios, por los que tenían el poder y por sus propios colegas sacerdotes.
En sus pequeñas y anónimas actitudes cotidianas estaba su grandeza, tan sencillas como las del hombre de campo, que en definitiva es lo que fue; un verdadero Gaucho de las pampas argentinas.
Breve semblanza
La página de los alumnos de la Escuela Agrotécnica Salesiana, rescatan parte de la semblanza del Padre Zink y dejan trasuntar el profundo amor que le tenían.
Allí dicen que el cura gaucho es nacido en La Pampa, criado en el campo al que quiere y defiende mucho, desde que se encuentra en la Isla de Tierra del Fuego siempre estuvo vinculado al campo tanto como párroco rural y como paisano, queriendo tanto a esta tierra como a la que lo vio crecer, sintiéndose identificado con la misma y sus paisanos.
El aprecio mutuo con esta gente fue tan grande que llegó a ser presidente de la Federación Gaucha. La gente en general lo quiere bastante por su forma de ser y por la forma que demuestra su aprecio.
Otra pasión del Padre Zink son los caballos, como para no serlo, si se crió en los campos de La Pampa donde llevó una vida totalmente de campo y donde era normal andar a caballo para realizar las tareas que allí son comunes y para lo que es necesario saber andar a caballo.
Hablando uno con el Padre Zink sobre caballos, puede pasar el día entero, porque si de caballos se trata no para nunca de contar anécdotas; desde su niñez en La Pampa, hasta sus últimos años de doma en la escuela, por lo menos cuando le daba el tiempo libre, cosa que hace rato le falta, pero el dice que su principal obligación está con su prójimo al que se entregó cuando decidió hacerse sacerdote; pero decimos que si le sobrara un poco de tiempo y el día estuviera en buenas condiciones lo primero que haría sería seguro, ensillar al «Gringo» y salir a recorrer los campos de la escuela, resaltan los alumnos.
Premio Fe
Sólo un puñado de hombres y mujeres en el mundo han sido galardonados con el Premio Fe que otorga la Fundación Estirpe, entre los que se cuentan la Madre Teresa de Calcuta, el Dr. Laureano Maradona, la Profesora Sacerdote de Lustic, Monseñor Emilio Ognenovich, el Padre Julio Grassi, el Gral. Hernán Pujato, Roberto De Vicenzo, Julia Prilutzky Farny, Ariel Ramírez, Mariano Mores, Alberto Castillo, Julio Maharbiz, Enrique Cadícamo, Mario Alvarez Quiroga, Jorge Fontana, Tania, Juan Carlos Marecco, Luis Landriscina, Iris Marga y Sabina Olmos.
El Padre Zink ha sido honrado con este premio, “por haberse destacado en su labor social y cultural en nuestra Patagonia”.
Esta distinción le fue entregada el 2 de Diciembre de 1999 en la ciudad de Buenos Aires, por el entonces Presidente de la Nación Carlos Menem.
También el Padre Zink pertenece al primer grupo de personas que recibieron la distinción de ser nombrados ilustres por el Municipio local en 1992, junto a otro referente histórico de la sociedad fueguina como lo fue Don Segundo Arteaga. Por que el sacerdote es un ejemplar referente de la presencia salesiana en la ciudad destacándose por su labor como educador ganándose el aprecio de varias generaciones que pasaron por la Escuela Agrotécnica Salesiana, y como párroco rural sabiendo llevar la palabra de Dios a todos los rincones de la isla.
El “Cura Gaucho” vino a Tierra del Fuego en 1956 y ahora que ha partido, se ha quedado para siempre.
Post your comments