Con motivo de cumplirse 119 años de permanencia argentina en la Antártida, arribó ayer a la provincia la primera argentina nacida en el continente blanco, acompañada de su madre. Recibieron un reconocimiento especial del Concejo Deliberante y ambas relataron la experiencia de ser parte de la campaña en el año ’78. Marisa Delgado, que había conocido de bebé la base Esperanza, pudo regresar siendo muy joven y ahora como adulta conoció Tierra del Fuego. “Me siento muy orgullosa, me hicieron conocer la ciudad de Ushuaia y me siento parte de la provincia. Necesitaba venir para terminar de cerrar un poco más mi identidad”, dijo.
Río Grande.- Con motivo de cumplirse ayer 119 años de permanencia argentina en la Antártida, visitaron los estudios de Radio Universidad 93.5 y Provincia 23 la señora Marisa de las Nieves Delgado, la primera mujer nacida en el continente blanco, hija de Juana Benítez, que acompañó a su marido en una campaña antártica y tuvo a su hija en la Base Esperanza, en 1978, y se sumó también a la visita a la provincia. Acompañó el ex Director de Antártida. Alejandro Bertotto.
Marisa Delgado es abogada y reside en Estados Unidos. Relató que “fue muy emotiva la primera vez que pisé suelo antártico, después de 21 años, pero me quedó el gusto amargo de haber estado sola, y no acompañada por seres queridos como padres y hermanos para compartir tantas emociones juntas. Esta es mi primera vez en Tierra del Fuego y me siento muy orgullosa. Me hicieron conocer la ciudad de Ushuaia y me siento parte de la provincia. Necesitaba venir para terminar de cerrar un poco más mi identidad”, dijo.
Ayer recibieron un reconocimiento “en un día muy especial y me llenó de orgullo, porque vino de mi provincia. No esperaba tantos halagos ni algo tan lindo como lo que vivimos mi mamá y yo. Tuvieron que pasar casi 45 años para que realmente pudiéramos sentir este cariño y este reconocimiento a la bravía de mi madre y de otras mujeres que marcaron la historia de nuestro país. Siempre hubo mujeres al lado de nuestros héroes patrios y son heroínas de nuestra historia argentina y antártica”, manifestó.
Marisa tiene seis hijos y vive en Nueva York, con su marido Fernando, que es mendocino. Por su parte, Juana Benítez contó que le tocó dar a luz a su hija “como le podría haber tocado a cualquier mujer. Yo estaba muy contenta porque me iba a ir a la Antártida con mi marido, que ya había ido dos o tres veces y siempre me explicaba lo que era su trabajo. Tenía mucha curiosidad y, cuando decidieron que iban a llevar mujeres a la Antártida, le dije que quería ir con él. Siempre estuve soñando eso y creía que nunca iba a poder ser posible. En total fuimos ocho mujeres con chicos, y yo ya tenía dos hijos. Una señora que se embarazó tuvo problemas y la tuvieron que evacuar. Yo ya viajé embarazada, estuve prácticamente nueve meses y me costó porque no podía andar por todos lados con las otras chicas. Todos decían que me tenía que cuidar y no salía mucho, hasta que fue llegando la fecha. Hablé con el médico y había una salita preparada, no sufrí, no tuve ningún percance y fue todo bien. En la puerta de la salita estaban haciendo cola, porque todos querían tener a la bebé. Había ocho familias y algunos solteros, el mismo jefe tenía tres chicos. Volví en el buque y lo peor para mí fue pasar el Drake, pero tenía gente alrededor que me cuidaba”, agradeció
Para Marisa, escuchar todas estas experiencias de su madre le despiertan “orgullo y agradecimiento, por haber seguido a mi papá en toda esa aventura. Es una responsabilidad seguir bregando por la soberanía antártica y para que cada argentino conozca lo que se hace. Las maestras continúan ahora con el trabajo de seguir representándonos en ese territorio”, destacó.
Juana recordó que “en ese momento la comunicación con los familiares en el continente era por radio. Uno se acostumbra a que es imposible conversar, yo me conformaba con escucharlos y reconocer su voz, pero se escuchaba muy cortado”.
Marisa transmitió el relato de una de sus hermanas de cómo era la vida cuando vio la luz. “Mi hermana ya tenía 14 años cuando fuimos y contaba que a las 10 de la noche ya había que apagar todo, había una radio que pasaba siempre la misma música, y era todo muy básico. Cuando volví a la Antártida -a los 21 años- la primera sensación fue de soledad, porque me faltaba alguien con quien compartir y se me caían las lágrimas cuando bajé del helicóptero. Pensé en mi mamá y mi papá, trataba de visualizarlos a ellos trabajando y construyendo. Vi todas las familias que se encontraban ahí, los maestros, y realmente tiene un gran valor el sacrificio de todos ellos. A Tierra del Fuego es la primera vez que vengo. Ahora puedo decir que soy antártica y fueguina. Yo soy empleada administrativa en una escuela, estoy en contacto permanente con mi familia y cuando puedo comunicar lo que se hace en la Antártida, lo hago. Muchas veces la reacción de la otra persona es de ignorancia, porque no entienden del sacrificio y es algo muy importante. Somos 11 personas en el mundo que nacimos ahí nada más y los 8 primeros somos argentinos. El resto son chilenos”, dijo.
Juana expresó su satisfacción porque “Marisa está contenta también y logró lo que siempre nos pedía, vino hasta acá con su verdad y su documentación”.
“Me llevo la satisfacción de reconocer mis raíces, de pisar el suelo, tocarlo, respirarlo”, dijo la primera argentina nacida en la base. Juana no pudo volver, pero le gustaría hacerlo porque “tengo a la Antártida grabada en una parte de mi corazón”, aseguró.
“Nunca imaginé conocer Tierra del Fuego, cerrar este pedacito de identidad, recorrer la provincia y recibir tanto cariño”, concluyó Marisa.
Post your comments