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¿Petróleo en la Antártida? Mitos, realidades y el rol de Tierra del Fuego

En un contexto marcado por un renovado interés geopolítico hacia la Antártida, los rumores sobre un supuesto descubrimiento de vastas reservas de petróleo por Rusia han agitado el escenario internacional. Ante este panorama, FINNOVA recurrió al Dr. Juan José Borrell, experto en geopolítica, para esclarecer los hechos y dilucidar sus posibles implicancias para Argentina, y en particular, para Tierra del Fuego.

Ushuaia.- El Dr. Juan José Borrell, experto en Geopolítica, desvela los mitos en torno al petróleo antártico.

Borrell es Profesor Titular de Geopolítica en posgrados de reconocidas universidades argentinas e investigador. Representó a nuestro país en organismos internacionales, incluyendo la FAO en Roma. Su obra, “Geopolítica y Alimentos”, es un referente en el análisis de la seguridad alimentaria y los desafíos sobre los recursos naturales en el ámbito global.

En conversación con FINNOVA, el Dr. Borrell desmintió las afirmaciones recientes sobre hallazgos petrolíferos en la Antártida por parte de Rusia y evaluó el papel estratégico que Tierra del Fuego y Argentina deberían desempeñar ante los desafíos geopolíticos actuales. Su análisis aborda no solo la inexactitud de los reportes, sino también las implicaciones más amplias de la presencia internacional en la Antártida y los derechos soberanos de Argentina en la región.

 

Dr. Borrell, ¿podría clarificar los detalles en torno a esta noticia que ha captado la atención mundial?

 

“La piedra inicial fue una noticia lanzada a mediados de mayo por un medio británico, luego reproducida masivamente por medios locales, que generó bastante revuelo sobre todo en sectores de la Defensa en Argentina, pero que es totalmente falsa. Es lo que hoy se dice una fake news, publicada por el diario inglés The Telegraph, de corte puramente sensacionalista. ¿Por qué es falsa?  Primero porque miente sobre el hallazgo: dice que el buque polar Alexander Karpinsky perteneciente a la empresa rusa ROSGEO, habría descubierto en la plataforma antártica del sector reclamado por el Reino Unido de Gran Bretaña (que se solapa con la zona Argentina) cantidades de petróleo que son diez veces el total de los yacimientos del Mar del Norte, más de 500.000 millones de barriles, y harían de este yacimiento una mina de oro, el hallazgo del siglo, si se quiere, en materia de hidrocarburos. La realidad es que la empresa rusa jamás declaró oficialmente haber hallado ninguna reserva de hidrocarburos en la Antártida ni en estos días ni en estas semanas. Se puede constatar en su página web”.

 

Entonces, ¿qué es lo que sucedió en realidad?

 

“A principios del año 2020, estamos hablando de más de cuatro años atrás, el buque polar ruso finalizó unas exploraciones de la plataforma Antártica, de las estructuras geológicas, para evaluar posibles depósitos de petróleo y gas. ¿Y dónde lo hizo esto? Aquí la segunda falacia: no lo hizo en el espacio antártico argentino, ni tampoco británico, como repetían ciegamente los medios, sino que en un sector del espacio antártico reclamado por Noruega. Precisamente en lo que es la zona denominada Tierra de la Reina Maud, ubicada en el extremo sureste del Océano Índico, el cual limita al oeste con la zona reclamada por los británicos y al este con la de Australia, pero no es británica por lo que tampoco se superpone con la zona reclamada por Argentina. La zona antártica del falso hallazgo, está cruzando por tierra el continente polar a más de 1.000 kilómetros de la base Belgrano II de Argentina, y por mar a más de 2.000 kilómetros del espacio argentino”.

“La tercera falacia de la noticia del medio inglés es que refiere a “reservas” y no a depósitos, los cuales de hecho existen en todo el Atlántico Sur y en la plataforma antártica, lo cual es algo conocido por todas las empresas petroleras que operan en la zona. El buque ruso hizo prospección de los depósitos. Lo que se denomina “Reservas” son el resultado de un proceso económico e industrial, que está pronto para comercializarse. Pero previo a ello se estudia sobre los depósitos bajo tierra la factibilidad de explotación, si la zona es accesible técnicamente, si es rentable la extracción, si las condiciones climáticas no son adversas, si se posee la tecnología necesaria, si el refinamiento no es oneroso, la logística del almacenamiento y transporte naval, y un largo etcétera de ponderaciones antes de que el depósito en la plataforma submarina o continental sea transformado en recurso y luego reserva”.

Además, “¿por qué razón Rusia habría de anunciar que hay oro negro, es decir, una mina impresionante de hidrocarburos en un espacio tan alejado de su propio núcleo geopolítico, directamente en el otro polo? ¿Para que lo exploten empresas británicas y noruegas? De ninguna manera. Ellos de por sí tienen grandes yacimientos hidrocarburíferos en el propio territorio ruso, poseen las mayores reservas de gas del mundo, las cuales se estiman para más de 200 años. Y en el círculo polar ártico, hay también grandes yacimientos hidrocarburíferos que Rusia todavía no está explotando. Entonces, primero invertiría en su propio espacio y después asumiría el costo de proyectarse en el otro polo. Por lo cual, tampoco es racional ese argumento”.

También “se suma otro factor, por el cual esta nota es falaz: de acuerdo a las condiciones del Tratado Antártico, está prohibido explotar recursos hidrocarburíferos en la totalidad del espacio. Esto no es algo que en la actualidad podría franquearse fácilmente. Agregaría a la ecuación de rentabilidad encendidas disputas diplomáticas, posibles conflictos internacionales, costos legales y ecológicos, por lo que habría que ver si alguna empresa está dispuesta a afrontarlo”.

 

¿Cómo podemos interpretar esta noticia?

 

“Creo que podemos interpretarla como un rumor sensacionalista de un diario menor que busca llamar la atención de la opinión pública respecto del peligro del “oso ruso”. En esta línea discursiva acusativa de que “vienen por nuestro petróleo”, una semana después, el mismo periódico publicó una nota refiriendo a que los descubrimientos de petróleo en el territorio antártico británico -lo cual también es una falacia- convertían a las Malvinas en el espacio inmobiliario (real estate) más valorable del planeta. ¿Y esto qué genera? También una tensión con la Argentina. Son anuncios sensacionalistas, que buscan llamar la atención en un contexto geopolítico internacional de alta volatilidad, donde están escalando las agresiones con Rusia por Ucrania y el suministro energético en Europa se encuentra tensionado por la guerra y por varias restricciones de orden ambientalista”.

 

¿Esto ocurre en el marco de una competencia internacional por recursos?

 

“Claro, el fenómeno clave es el incremento en las últimas décadas de una competencia internacional por los recursos. Esto no es nuevo, sabemos que hay acciones de depredación de la fauna ictícola en el Atlántico sur por parte de potencias extrarregionales, sabemos que la misma Antártida es un espacio riquísimo en minerales, pero que tampoco se pueden explotar por el Tratado Antártico. Entonces estos falsos anuncios en todo caso lo que hacen es subir la temperatura retórica de la percepción de la competencia por los recursos naturales a nivel internacional. Es decir, recursos que son fundamentales para la infraestructura industrial, para el transporte y para la seguridad alimentaria de la población argentina”.

“Pero tenemos que entender el tablero geopolítico mundial a nivel estructural, no desde lo local. ¿Qué es lo que está sucediendo? Se ha reactivado una pugna entre potencias: cada vez cobra más realidad el fenómeno de que la guerra de Ucrania se trata de una pugna entre la OTAN y Rusia, donde Rusia acusó directamente a Gran Bretaña de apoyar a Ucrania con armamento, con información estratégica. La breve ex primer ministra británica Liz Truss en 2022 antes de renunciar, declaró que Inglaterra tenía que intervenir directamente con tropas en el conflicto en Ucrania. Es decir, las relaciones son bastante tensas, y es en este contexto de escalada retórica donde cobra vida esta noticia, justo en un espacio lejano y en reclamación de un país también miembro de la OTAN, Noruega, que está dentro del arco de crisis regional del conflicto en Europa del este. Estas cuestiones no son menores e inciden en la dinámica a nivel internacional”.

 

¿Qué implicancias tiene para Argentina el creciente interés por la Antártida en términos geopolíticos?

 

“Entiendo a este desafío como una oportunidad estratégica para la Argentina. ¿Por qué? Porque Argentina tiene que continuar su reclamo de soberanía sobre el espacio antártico, fundamentalmente manteniendo la presencia y el despliegue de la infraestructura para la ocupación efectiva. Hay casos históricos de potencias en declive, como en su momento Portugal, que haciendo reclamos de derechos históricos en otras regiones del planeta, lo perdieron igual ante el auge de otras potencias e incluso aliadas, casualmente Inglaterra. Entonces, Argentina no se puede atar únicamente a un papel o a un tratado que dice congelar todo reclamo de soberanía, y que eso va a depender de la buena voluntad de las grandes potencias a futuro. Las potencias son las que escriben el borrador de los próximos tratados”.

“Argentina tiene que mantener sus capacidades navales, sus capacidades de infraestructura, sus capacidades técnicas para la explotación en suelo propio desde yacimientos, puertos, infraestructura, refinerías y demás, porque la carrera por los recursos energéticos va a seguir en el largo plazo. Hay existentes de hidrocarburos para décadas y décadas”.

“Algo que debemos tener en cuenta, además, es el rol de las exploraciones científicas. Esto conlleva un supuesto de que la ciencia es neutral, pero lo cierto es que todos los actores que hacen actividades científicas y tecnológicas son actores estatales o corporativos vinculados a las potencias de primer y segundo orden. Detrás de las actividades científicas siempre vienen los intereses económicos y detrás de los intereses económicos y comerciales, por arrastre, vienen las necesidades de la defensa. Quedarnos exclusivamente en una visión naíf de que la ciencia de por sí significa neutralidad y paz, es no querer ver la realidad que hay tecnologías de uso dual, hay carreras científicas, hay imposición de patentes, es decir existe también una carrera por el capital intelectual. Por eso digo que la bioprospección, el desarrollo de nuevas técnicas que se está haciendo en el espacio del Atlántico Sur y la Antártida, es un fenómeno que no se nos puede escapar”.

 

¿Cuál es el rol de Tierra del Fuego en el contexto argentino?

 

Tierra del Fuego es el espacio más próximo al territorio antártico. Es el más cercano trampolín terrestre en esta zona de interés, reclamada tanto por Chile como por Gran Bretaña, donde otras potencias hacen exploraciones, caso de Rusia, China, España, Corea, que también están detrás de la preda de fauna ictícola. Entonces, la función que tiene Tierra del Fuego, por ser el extremo sur de la península patagónica y penetrar directamente en este espacio antártico, es fundamental. Es la proyección evidente y necesaria hacia el espacio antártico, y debería consolidar su infraestructura naval, industrial y logística, como aeropuertos y puertos navales. Debería consolidar el transporte terrestre a la Patagonia, que sea más fluido y que cohesione la integridad nacional, en otras palabras, proyectarse como un polo geoestratégico de referencia para Argentina y la región hacia el periodo 2050/2100, pensando en largo plazo.

 

¿Cree que la Ley N° 19.640 de promoción económica e industrial en Tierra del Fuego es importante?

 

“Entiendo que la Ley 19.640 de 1972 tenía una concepción geopolítica de fondo la cual sirvió para establecer un régimen fiscal y aduanero especial en un espacio vital para la proyección del país. El resultado cinco décadas después, es que a pesar de los vaivenes económicos de la Argentina, ha logrado contribuir exitosamente al desarrollo de capacidades en el extremo austral, el incremento de capitales, al repoblamiento nacional y a asentar las bases de futuros proyectos. Pero este régimen especial no puede quedar aislada de otros esfuerzos que deberían hacerse para vertebrar la zona núcleo del país con la península patagónica. Es decir, no solo es un modelo de referencia para lo que debería ser una política que motorice el crecimiento de zonas postergadas, sino que es clave para todo proyecto político, como el elaborado en aquel entonces por el estratego Gral. Juan Enrique Guglialmelli, que tenga como norte integrar armónicamente el territorio argentino y servir de trampolín al espacio del Atlántico sur y Antártico, tanto para el aprovechamiento de los recursos como garantía de soberanía y defensa”.

Juan José Borrell realizó estudios doctorales en Humanidades y Ciencias Sociales en la Universidad de Oslo (Noruega) y en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Magister en Estrategia y Geopolítica por la Escuela Superior de Guerra, ESG, de Buenos Aires y Licenciado en Historia (UNR). Con una vasta carrera académica, es Profesor Titular de Geopolítica en posgrados de la Universidad de la Defensa Nacional (UNDEF), Buenos Aires, y en el Centro Estudios Interdisciplinarios de la UNR. También se desempeña como investigador de geopolítica de la seguridad alimentaria mundial. Autor del libro “Geopolítica y Alimentos. El desafío de la seguridad alimentaria frente a la competencia internacional por los recursos naturales” (Buenos Aires, 2019). Borrell ha representado a Argentina en foros internacionales como el Committee on World Food Security de la ONU-FAO en Roma, de 2011 a 2019. Su trabajo contribuye de manera significativa al estudio de los recursos naturales y la seguridad alimentaria en el ámbito global.

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