El profesor Hugo Schneider destacó que el perfil del estudiante universitario de la reforma “mostraba a un hombre comprometido con los trabajadores, con el fin del analfabetismo, que reconocía al conocimiento como una forma de liberación y que entendía que la Argentina no podía estar sola sino estar en la Patria Grande”,
En el marco de los 97 años de la reforma universitaria ocurrida en nuestro país en 1918 en la provincia de Córdoba, los profesores de la UTN, Facultad Regional de Río Grande Hugo Schneider y Carlos Masala realizaron una reseña histórica al respecto. Cabe destacar la importancia de esta fecha, ya que a partir de allí empieza el más profundo cambio en la universidad pública argentina, extendiéndose al resto de Latinoamérica.
Río Grande.- Mientras en Europa se desarrolla la 1° Guerra Mundial, en 1916 Hipólito Irigoyen asume en Argentina la Presidencia de la Nación y se establece el sufragio masculino universal. Un año más tarde, en octubre de 1917, estalla la Revolución Rusa y cae el régimen zarista.En este contexto, en la provincia de Córdoba, existía una antigua universidad fundada en 1913 por los jesuitas en tiempos de la colonia española, que mantenía costumbres totalmente elitistas y clericales que chocaban fuertemente con los nuevos tiempos.
En este sentido, el profesor Hugo Schneider explicó que “la universidad en aquella época daba lugar a un ascenso social y permitía la participación política de sólo algunos pocos ciudadanos”. No obstante, a partir de 1918, comienzan a surgir tiempos de cambio político y económico, dando lugar a la protesta por parte de los estudiantes que pretendían terminar con ese régimen. De esta manera, se crea la Federación Universitaria Argentina (FUA) con representantes de las universidades de Tucumán, Santa Fe, Córdoba. La Plata y Buenos Aires, presidida por Osvaldo Loudet. Asimismo, Scheneider señaló que “la reforma universitaria viene de la mano de Yirigoyen como estrategia para aumentar su poder político, ya que él llegó a asumir en el Gobierno con muy poca cantidad de votos por parte de la ciudadanía argentina”.
Por otro lado, el profesor Carlos Masala, aseguró que “esta reforma era anticlerical y surge como consecuencia de los actos de la generación del ´80. Sin embargo, lo paradójico es que al mismo tiempo las ideas de esta generación respondían a la encíclica papal de Europa”. Al mismo tiempo Schenider destacó que “todos estos cambios frente a la postura clerical habla de una modernización del Estado que planteaba una idea progresista distinta a la de la Iglesia y a través de la cual buscaba diferenciarse”.
Las reivindicaciones reformistas bregaban por la renovación de las estructuras y objetivos de las universidades, la implementación de nuevas metodologías de estudio y enseñanza, el razonamiento científico frente al dogmatismo, la libre expresión del pensamiento, el compromiso con la realidad social y la participación del claustro estudiantil en el gobierno universitario. “Lo que sucedía es que se empezaron a conformar grupos que mediaban entre los intereses de las clases dominantes y las clases populares. Es decir, se comienza a ver a la educación como instrumento de movilización social”, explicó Schneider.
El perfil del estudiante universitario de la reforma “mostraba a un hombre comprometido con los trabajadores, con el fin del analfabetismo, que reconocía al conocimiento como una forma de liberación y que entendía que la Argentina no podía estar sola sino estar en la Patria Grande”, destacó Schenider.
De esta manera, ante la gravedad de los sucesos que se producían en Córdoba y luego de recibir a los dirigentes estudiantiles, el presidente Yrigoyen decreta la intervención de la Universidad y designa a Nicolás Matienzo para ejercerla. Matienzo reformó el Estatuto reemplazando al de 1893, al que calificó de restrictivo. Es así que durante ese mes se eligieron democráticamente los decanos de las tres facultades que existían entonces (Derecho, Medicina y Ciencias Exactas), triunfando los partidarios de la Reforma.
En este sentido, Emilio Caraffa fue proclamado vicerrector y se trasladó para el 15 de junio la elección del Rector. Estos antecedentes indicaban que ese día Enrique Martínez Paz, abanderado de la Reforma, sería consagrado Rector. Sorpresivamente y olvidando el compromiso contraído con los estudiantes, los consejeros eligieron a Antonio Nores, candidato de la asociación clerical “Corda Frates”. Los estudiantes, sintiéndose traicionados, irrumpieron en el salón e impidieron la consumación del acto. Enseguida declararon una nueva huelga.
Es así que el 17 de junio, Nores asume el rectorado y se registran hechos de violencia. La Federación Universitaria de Córdoba reclamó su renuncia y el 21 de junio se difunde el célebre Manifiesto a los Hombres Libres de Sudamérica, redactado por Deodoro Roca, uno de los líderes del movimiento estudiantil. “Hay que destacar a quién va dirigido ese manifiesto que significaba el anhelo de los próceres de la Patria Grande. Es decir, se trata de recuperar una herencia perdida”, aseguró Schneider.
Ante las protestas y las movilizaciones, el 11 de julio el Consejo Superior clausura la Universidad. Sin embargo, ante la ingobernable situación, Antonio Nores renunció al Rectorado, acompañado por numerosos profesores. Se suceden las manifestaciones estudiantiles y el gobierno de Irigoyen, haciéndose eco de las protestas, designa como interventor en la Universidad de Córdoba a José Salinas, quien da lugar a muchas aspiraciones estudiantiles, como la reforma del estatuto, y acepta la renuncia de numerosos docentes. Fue entonces que muchos reformistas accedieron a las cátedras, entre ellos Arturo Capdevila, Deodoro Roca, Arturo y Raúl Orgaz.
Finalmente, el ideario de la reforma se proyectó en América Latina, en países tales como México, Chile y Perú.