El Grupo “Renacer” comenzó a funcionar hace poco más de un año en la ciudad de Río Grande. El mismo esta conformado por padres y madres, que por diferentes motivos perdieron a sus hijos. A cada una de las personas que integran este espacio, las moviliza no solo el dolor de haber perdido un hijo, sino la fuerza para poder transitar ese camino, y así, poder convertirlo en amor. Las reuniones se realizan en el CGP Padre Zink, cada 15 días en el horario de 19:30 a 21 horas.
Río Grande, (Por Lorena Uribe).- Eduardo López es uno de los referentes de este grupo, y junto a su compañera de vida, Claudia Marino, se sostienen y sostienen a otros padres y madres, que tristemente, perdieron a sus hijos o hijas, bajo distintas circunstancias.
El grupo “Renacer” posee sedes en el país y en el mundo. Ahora, no solo Eduardo y Claudia, ayudan a otros padres. ¿Qué los motiva? En este caso, homenajear a su hija Paola.
Marcela Frías, también forma parte de este grupo, y una vez más, en diálogo con el programa radial “Tarde pero Seguro”, contaron su experiencia; “Nos convoca el amor y la pérdida de nuestros hijos. Por nuestra experiencia, los escuchamos y nos ayudamos”.
“La conclusión después de un año es que esta es la herramienta que tenemos para poder reconstruirnos, reinventarnos ante una tragedia existencial como lo es la pérdida de un hijo” asegura Eduardo, y continúa explicando, “esta es la herramienta más lógica, porque somos papás, que nos reunimos, teniendo claro que en ese juntar sensaciones se puede crecer. La función final más allá de lo bien que a uno le hace, es extenderle la mano a aquellos papás que acaban de perder a un hijo y están completamente desorientados. No los guiamos, solo los escuchamos”, destaca.
“Nosotros básicamente desde escuchar e ir compartiendo lo que nos pasó, lo que hacemos es dar un lugar para decir sus miedos, sus angustias, y ahí, siempre hay un compañero que le va a decir, mira a mi me paso lo mismo, y uno empieza a darse cuenta que no se esta solo en esto. Todos somos fantásticamente distintos, pero encontramos un lugar de pertenencia, donde nos entendemos y sabemos de que estamos hablando, y podemos decirle a alguien, vas a volver a reírte, vas a volver a esperar el mañana y vas a ser feliz”
“Amor, escucha y respeto” son los tres pilares de este grupo, cuenta Marcela, agregando “la idea es ayudarnos unos a otros, nosotros podemos gritar, llorar, pero en nuestra cultura este tema es tabú, no se habla, pero lo vamos a superar, esto lleva un proceso, pero lo vamos a superar”, insiste.
“El lema es siempre que vos no podés transformar a tu hijo en tu verdugo, porque si yo muero de tristeza la que me mata es Pauli -hija de Eduardo- y lo que menos ella hubiera querido es eso”, explica Eduardo, “y con esa idea, uno construye”.
“Hay que estar abierto a las leyes del Universo, a las diferentes religiones, y siempre entendiendo que la vida de las personas, no termina con el último latido del corazón, hay un nivel que nosotros los humanos no manejamos, pero lo que yo puedo decir es que no muere la persona con el último latido, hay una continuidad, y por sobre todo aprendemos a pensar, yo no me voy a morir, porque mi hija murió. La voy a recordar de otra manera”, detalló Eduardo López.
Amor y empatía, los dos elementos necesarios para poder transitar la pérdida de un ser querido.
Amor y empatía, son los dos elementos que les sobran a estas madres y padres, y que cada 15 días, se reúnen en el CGP Padre Zink, aguardando por quienes deseen ser escuchados.
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