La Dra. Andrea Coronato, vicedirectora del CADIC, detalló una serie de errores graves en el estudio de impacto ambiental que fue sometido a audiencia pública y ya habían sido señalados al gobierno. Advirtió que el estudio de impacto arqueológico nunca fue sometido al control social. De lo que pudieron analizar, faltan análisis básicos sobre el relieve de la zona por la que pasa la traza. En el tramo 3 hay un turbal importante que no se puede “rellenar”, y debería cambiarse la localización de la ruta o bien optar por un puente. Nada de esto se analizó y, para la científica, el estudio de impacto parece “una monografía de un estudiante”. No ve otra alternativa que parar la obra y corregir la sucesión de errores.
Río Grande.- La vicedirectora del CADIC, Dra. Andrea Coronato, fue entrevistada por Radio Nacional Ushuaia con relación a la polémica desatada en torno a la obra del corredor costero Canal Beagle, y la “politización” que se ha hecho de este tema, según el gobierno. Para la geógrafa hay serias falencias en los estudios de impacto y debería pararse la obra para corregir los errores.
“Yo participé en la audiencia pública de diciembre pasado en representación del CADIC, para dar la opinión acerca de la evaluación del impacto ambiental que presentó la consultora contratada por la empresa a la Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático. Lamentablemente esa audiencia fue muy tergiversada, porque más del 60% de los oradores hablaron de la importancia de hacer la ruta y no sobre la evaluación de impacto, que era el motivo convocante”, dijo.
Aclaró que “el CADIC no emite juicio de valor sobre el desarrollo o no de una ruta, y son decisiones políticas en las que no tiene interés en opinar, porque es un organismo de investigación y no de planificación urbana ni territorial. Lo que observamos es que la evaluación de impacto, con la cual se dio autorización al inicio de la obra, tuvo muchas falencias, desconocimiento acerca del territorio, de las condiciones geológicas, biológicas, del trazado donde se iba a realizar la construcción, de las zonas aledañas y de los ecosistemas marinos, boscosos y de turberas aledaños a la traza de la ruta”.
“Esas falencias pasaban por temas que no se abordaron, por ejemplo no había un detalle de las condiciones geológicas y de formas del relieve o geomorfológicas del lugar donde se traza la ruta. La ruta es un elemento vial que está anclado a la superficie de la tierra, y las disciplinas que estudian la superficie de la tierra son la geología y la geomorfología, pero no había nada detallado a lo largo de esa traza. Eran cosas muy básicas, y parecía una monografía de un estudiante”, aseguró de ese estudio.
“Después vimos desconocimiento sobre la respuesta de un turbal al tener que soportar toneladas de ripio y arena para construir una traza urbana. También vimos problemas de la traza en el ecosistema de bosques, sobre todo el bosque de guindos, que es un bosque único. La falencia más importante venía por el lado cultural e histórico, porque en esa evaluación de impacto no se incluyó la evaluación arqueológica, argumentándose que pasaba por otro informe distinto. Ese informe no tuvo ninguna evaluación en audiencia pública ni control social”, advirtió.
“Cuando una empresa desarrolla un proyecto tiene la obligación de presentar los informes de evaluación ambiental y es quien contrata a una consultora con profesionales reconocidos y con experiencia en los temas. Eso luego lo pone a consideración de la autoridad de aplicación. En este caso la consultoría ambiental la hizo una empresa pagada por la contratista, y eso se hace corrientemente. No tenemos por qué dudar de la mala fe de los profesionales. El tema es el producto que ponen a evaluación de la autoridad de aplicación”, subrayó.
“La sugerencia del CADIC fue que no se considerara ese informe como una evaluación de impacto ambiental, porque estaba incompleto y faltaban detalles en temas sumamente importantes. También se pidió que se pusiera a consideración de la sociedad el informe arqueológico, que iba aparte. Puntualmente pedimos que la evaluación de impacto no se considerara como tal por incompleta y errónea en algunos casos. El otro pedido concreto del CADIC fue que se ponga a disposición el informe arqueológico, que fue por separado y lo hizo un profesional contratado de una universidad del noroeste de Argentina, sin ningún tipo de experiencia de campo en la arqueología del pueblo yagán. Más allá de esto, no fue puesto en consideración y no hubo audiencia pública para el estudio arqueológico”, reiteró.
Se le preguntó si el estudio de impacto ambiental tenía previsto que la traza de la ruta pasara sobre un turbal y respondió que “sí, porque el tramo 3 del trazado se planea desde el Río López, antes de llegar a la bahía Slogget, donde hay un área muy extensa de un turbal de un tipo muy específico que se da en la costa del canal. No es el turbal rojo de musgo que vemos en los valles interiores. Son especies determinadas que conforman una masa vegetal muy dura y tiene una gran capacidad de retención de agua, pero también se forma una gran cantidad de charcas en la superficie. Es una esponja, como los turbales de musgo que conocemos. Esas esponjas no pueden ser tapadas con toneladas de ruta, con un ancho de diez metros y decenas de kilómetros de extensión. No se construyen rutas sobre los turbales. Se hacen otras cosas. Esto fue totalmente dejado fuera de consideración”, dijo.
“La alternativa más económica, del punto de vista ambiental, era cambiar la traza, y estaría obligada a definirse más allá de la vera del Canal Beagle. El turbal llega al canal, se desarrolla sobre una superficie con cierto desnivel por encima de la playa y queda en el borde de la playa del Canal Beagle. Cambiar la traza sería desplazarse un poco hacia el norte e ir por el bosque, evitando el paso. La otra alternativa es hacer una traza aérea, es decir una especie de puente que atraviese todo el ancho del turbal”, planteó, ante la imposibilidad material de hacer una ruta por encima.
Respecto de la decisión de avanzar igual sobre el turbal, “no sé cuáles fueron los criterios que analizaron, y no sé si analizaron algún criterio”, dijo.
En cuanto a la posibilidad de no impactar el bosque de guindos, que es el único de la Argentina que baja de la montaña hasta la costa, consideró que “el impacto se puede minimizar siempre y cuando haya responsables de obra que controlen el trabajo de la gente que tiene que pasar la máquina y tirar un árbol, y que trabajen especialistas con los responsables de obra, tanto ecólogos como ambientólogos. La participación de un especialista no puede quedar en la redacción de un informe. Si queremos desarrollar la provincia y mantener nuestro recursos naturales, paisajísticos, la belleza escénica del lugar, tenemos que tener a los que han estado en el campo trabajando con la gente que está sacando el árbol, generando un terraplén en una ladera, tirando el volquete de un camión en un turbal o un arroyo. Los profesionales no pueden estar sentados en una oficina y salir después a atender los problemas que surgen porque las obras no se controlan”, expresó.
“Antes de la audiencia hubo una vista previa de los informes que presentaba la consultora que hizo la evaluación. El CADIC tomó vista de esa información, hizo algunas consideraciones, y algunas fueron tomadas en cuenta. Pero la evaluación final no satisfizo y se pidió que no se la tome en cuenta y se la haga de nuevo. Ese estudio no considera las cuestiones locales y específicas del lugar por donde va a pasar la traza, pero de eso no se cambió nada”, aseguró.
“La evaluación de impacto incluye un pequeño estudio geotécnico, sobre la resistencia de la roca o el material de la superficie en los lugares donde hay que hacer puentes, pero no hay un mapa geológico ni un mapa de formas del relieve, y ese es el trabajo básico que hace cualquier profesional cuando tiene que analizar las condiciones de un lugar. Es el abecé de cualquier disciplina que trabaje con la naturaleza”, remarcó.
Consultada acerca de qué debería hacer el gobierno a esta altura, dijo que “es difícil decir lo que debería hacer a esta altura. Quizás parar y tratar de remediar los errores que ha cometido, pero remediarlos en serio, no dejar una obra inconclusa como muchas que hay. Lo digo como vecina y estudiosa del ambiente. Yo soy geógrafa, enseño geografía en la universidad desde hace treinta años. Le enseño a mis alumnos a observar, interpretar y entender el medioambiente físico. Me da mucha pena que los gobernantes prioricen un compromiso o una obra para generar propaganda para tener votos, y no prioricen el entendimiento de la naturaleza. Vivimos inmersos en la naturaleza, y los recursos de los que vivimos en su mayor parte vienen de esa naturaleza”, concluyó.
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