Así lo aseguró Marcelo Ledesma, un vecino que tomó la iniciativa de publicar en Facebook la variación de los precios de distintos productos de primera necesidad. Viene haciendo un seguimiento estadístico de los aumentos que contrastó con los índices oficiales del INDEC. Aseguró que el promedio de costo de flete por kilo de productos “es de 30 pesos”, pero que el consumidor paga cifras sensiblemente mayores. Reclamó más controles, si bien “no hay ley en la Argentina que obligue vender tal producto a tal precio”. Talvez la ley de la oferta y la demanda termine equilibrando y sincerando los valores “porque llegará un momento que el vecino no podrá comprar determinado producto por su alto costo”, apuntó.
Río Grande.- Marcelo Ledesma, de la Fanpage ‘Radio Victoria Compra Bien’ en Facebook, dialogó con Radio Universidad 93.5 y Diario Provincia 23, sobre el objetivo de esta difusión que trata de una recorrida diaria buscando ofertas de mayoristas, minoristas, supermercados y comercios barriales. Tiene 25 mil seguidores de los cuales el 73 por ciento son mujeres.
“Publico tres o cuatro temas por día, dependiendo de la hora y de los días y las publicaciones, tienen entre 8 mil a 20 mil vistas. Preguntas siempre tengo, especialmente sobre la leche y esto es diario. También, esta semana hubo escasez de aceite, no se conseguía por ningún lado, si bien ahora apareció en un mayorista y en los supermercados, pero no había en la competencia. Otra carencia es la leche maternal, que especial para los chicos, no se conseguía. Otra consulta permanente es el tema de la carne”, anotó.
¿Y la cláusula ceteris paribus?
En el caso de los pañales es lo menos consultado, pero me siento en la obligación de informarlo siempre también y en este sentido hay diferencias abismales en el precio de los pañales dependiendo del comercio; siempre hago esta comparativa en el caso de pañales Huggies: hay azul, verde, amarillo y rojo. Este último -el XXG- viene por 50 unidades y cuesta en el supermercado 4.020 pesos. Hoy el mismo producto con la misma cantidad y la misma marca, sale en Diarco 2.010 pesos, justamente el doble más económico y es la mayor diferencia en un producto que he registrado, la menciono porque es la diferencia que más me duele”, confió.
“Todos los días salgo a recorrer tres negocios; se qué días cambia de ofertas los comercios, por ejemplo, los lunes cambian de precio de las mercaderías los dos mayoristas, los supermercados lo hacían los jueves, aunque ahora han cambiado. Recorro todo, en un principio le sacaba fotos a las ofertas, pero después de un tiempo mutó, veía que en un local un producto estaba a 100 pesos pero en otro lo tenían en ‘oferta’ aunque a 120 pesos y después en otro comercio decía que tenía descuento en la segunda unidad tenía descuento donde cada uno me costaba 150 pesos; es decir, las ofertas no eran reales”, dijo el entrevistado.
Comentó que en este punto se encontró con un dilema. “Me pregunté qué hago, porque ya no era solamente sacar fotos, sino tratar de descubrir cuál era el valor real de algo. De 80 fotos diarias que cuelgo en el Facebook, 20 ó 30 pueden marcar el valor real de un producto. Por ejemplo, me pongo frente a la góndola y comparo el precio de la yerba que consumo diariamente a 510 pesos el kilo en el mayorista Diarco y trato de memorizar el precio: en La Anónima, a 729 pesos y 709 en Carrefour. En Diarco no está en oferta este producto, pero sí está más barato y eso es lo que informo en la página”, contrastó.
Asimismo, dijo que “hay otros negocios que hacen ofertas los viernes, sábados, lunes y martes y a esta yerba los puso a 458 pesos el kilo y eso es lo que informo. Por ejemplo, los sábados hago un resumen y agregué estos precios. Esencialmente eso es lo que hago, saco fotos de las ofertas, aunque se que varían, pero lo más importante es que hago un seguimiento de cuánto cuesta un producto porque uno va al mayorista y también hay variaciones por la compra de un artículo, si se compra una unidad, tiene determinado valor, pero si se compra seis, ese valor cambia; además, si está en oferta, el precio es totalmente distinto a la semana anterior y comprar en un supermercado es otro precio y por eso digo que nadie sabe cuánto sale un producto en verdad, porque en cada comercio el precio es distinto”.
En ese seguimiento, Ledesma aseguró que tiene en Google 75 mil fotos, “y entonces puedo saber cuánto salía determinado producto hace un mes en tal lugar o incluso hace un año. El historial que tengo es desde hace tres años y esto no solamente sirve para informar al vecino en dónde es más económico comprar, sino también para hacer las correspondientes denuncias ante la autoridad de aplicación. En un año, dependiendo del lugar, la carne aumentó un 247 por ciento -precisó- y así es como se puede comparar lo que dice el INDEC que informa, por ejemplo, que la inflación fue del 6,8 por ciento, pero en la Patagonia, el 7,3. Eso es raro porque en Río Grande en tal momento salía tanto el asado, tanto la bola de lomo o tanto el puré de tomate y la verdad que no se refleja el 7,3 por ciento, sumando el alquiler y otras variables”.
En este sentido el entrevistado confió que “por eso a principios de año me tomé la libertad en mi Facebook de hacer la comparativa en doce meses de cuánto salía la cuota de todos los colegios privados, cuánto se pagaba de boleta de luz, la del gas para la misma casa, la bajada de bandera y las fichas del taxi, el combustible, una hamburguesa, la tarifa del videocable y la botella de Coca Cola, que es una medida mundial”, explicó.
Sobre este punto observó que “esto ayuda cuando se hace una paritaria y cuando los gremios, independientemente de cuales sean, pueden pedir, por ejemplo, un 30 por ciento de aumento, porque son estadísticas que hago, no se si bien o mal, pero lo hago como un vecino común más”.
Consultado sobre la producción de las verduras en Tierra del Fuego y si cree que desde el Estado se puede potenciar ese nicho con apoyo crediticio, seguimiento, pero por sobre todo sirviendo de nexo con las cadenas de distribución, Ledesma reparó que “hoy el riograndense compra la verdura en un solo lugar que sabe que paga mucho más pero valora la calidad del producto, porque a ningún otro productor se le ocurrió comprar una cámara frigorífica, traer la misma verdura y venderla con una diferencia grande, porque en ese lugar que digo lo vende un precio mucho mayor, con una diferencia muy grande con respecto a otros comercios; no se puede pagar 199 pesos el kilo de limón cuando a una cuadra está a 119, esos 80 pesos de diferencia son importantes para el bolsillo del consumidor. Lo mismo puedo de decir de la papa, los zapallitos, etcétera. Algo hay que hacer y ese es el desafío de los verduleros o comercios más chicos”, consideró.
También precisó que el flete de un camión desde el continente “cuesta 750 mil pesos, dependiendo si trae 25 ó 28 mil kilos. Cada kilo de mercadería se encarece unos 30 pesos. Si por ejemplo decido ir al Mercado Central y el kilo de morrón rojo está entre 100 a 170 pesos el kilo, dependiendo del tamaño y la calidad, por qué lo tenemos que pagar a 550 pesos en Río Grande”, se preguntó.
Concedió que un camión “no trae 28 toneladas de morrones, lo complementa con papas y productos pesados más baratos con productos más livianos, pero más caros, de modo de compensar el flete, pero aún así, entendemos que algo hay que hacer”.
“Ahora se suma la escasez de gasoil y el nuevo aumento de este combustible. Por ejemplo, el dueño de la vaca que produce en Trevelin, tiene que afrontar el aumento de la alfalfa o la pastura para alimentarla y el aumento de la boleta del veterinario y cuando lleva la vaca al matadero, también le cobra más y cuando trae la carne a la Isla, también le cobran más porque todo aumenta en función del aumento del precio del gasoil. El único que se calla la boca y tiene que pagar, es el consumidor. No hay ley en la Argentina que obligue vender tal producto a tal precio, pero debe haber controles. Mañana se me puede ocurrir traer vasos y venderlos a 5 mil pesos y lo vendo, lo vendo”.
“Hay mucha gente que no la está pasando bien”
El entrevistado compartió que “hay mucha gente que no la está pasando bien y mucha de esa gente me dice que nunca pedirá una bolsa comunitaria porque es un diploma a la pobreza y que va a sobrevivir como sea. Posiblemente esa persona se separó, tiene dos o tres hijos y el cónyuge no le pasa la cuota alimentaria porque por ahí el hombre no encuentra trabajo o hace changas que apenas le alcanza y la mujer no puede comprar un bolsón de pañales a más de 4 mil pesos. Igual situación están pasando muchos jubilados con 34.750 de jubilación mínima; está llena de jubilaciones mínimas Río Grande”, dijo.
Asimismo, enumeró a personas que sobreviven con distintos oficios o pequeños emprendimientos “que la pelean todos los días por conseguir para vivir”.
Historia de un buscavidas
Marcelo Ledesma vino a Tierra del Fuego en 1984 y trabajó prácticamente en todos los rubros de construcción, servicios e incluso en establecimientos fabriles.
“Tengo 44 años y vine a los 7, soy el mayor de los hijos de una madre soltera con tres pibes, mi tío ‘Camerún’ era un carpintero muy reconocido en Río Grande, laburé con él, y hoy noto que se han perdido los oficios. La gente que se formó en una especialidad prefieren entrar a la fábrica donde es más fácil ingresar”.
“Hoy por Youtube se pueden bajar videos de cómo trabajar la melanina, pero no hay tutorial para trabajar la madera de lenga; no hay carpinteros buenos como los que había en la década del ’80 que sabían construir casillas, conocían el encastre de la madera, tampoco se consiguen torneros y hoy tratar de conseguir un soldador que te haga una reja, es un problema. Los oficios se están perdiendo lentamente”, admitió.
Ledesma, quien trabaja en el sector fabril, admitió que tuvieron un buen aumento, aunque recordó que hace muchos años un empleado de fábrica ganaba tres veces más que uno de comercio y hoy están en paridad.
“Yo, con siete años, no me quedaba como los demás pibes jugando, fui canillita durante catorce años; vendí saumerios, vendí calcomanías, vendía revistas para un comercio y nunca quise entrar a la fábrica porque siempre me gustó trabajar al aire libre y mi sueño era ser taxifletero. Pero en un momento tuve que entrar a la fábrica porque era mucha la diferencia de sueldo con el trabajo de la calle. Todo el mundo avanzaba en cambio yo seguía remando”, recordó.
Agregó que “entré a trabajar en la fábrica en el año 2007. En el 2008 hubo un problema con la finalización de los contratos, incluso hubo suspensión de efectivos y en ese momento fui a dejar un currículum y entro en Hipertehuelche, y empezamos desde la nada, en un terreno baldío. Tuvimos que armar y montar todo, empezamos con cabeza de tacho, haciendo base. Muchos altos cargos de distintas sucursales de Hipertehuelche nos decían que hagamos esto o lo otro, nos trataban como a esclavos, cualquier otro compañero que haya trabajado esos tiempos conmigo, lo puede confirmar. Terminé como encargado de depósito y mi sueldo en este cargo en diciembre del 2008 era de 2.600 pesos. Yo quería volver a la fábrica donde ya había trabajado y esperaban que me llamen, tras la suspensión que mencioné y cuando me llaman, renuncio automáticamente porque la fábrica estaba pagando 5.200 pesos, era el doble y no había comparación”.
Antes de estos empleos, además de esos diversos oficios que ejerció en la niñez y en la adolescencia y juventud, Ledesma fue almacenero de barrio, maestranza a tiempo completo “porque no tenía franco ni fin de semana”. Sin embargo aseguró que “la fábrica me salvó la vida y salvo la época del ‘dunga dunga’ cuando hubo dos años de congelamiento de sueldos, fue un desastre, algo que nos tocó vivir, sin embargo los fabriles estamos bien. Saber sobreponernos a esas situaciones nos hace fuertes como personas y seguir luchando. Siempre hay cosas que duelen porque la vida no siempre es perfecta y quizás esta prórroga de la Ley 19.640 era lo que nos estaba haciendo falta para que nos marque y crezcamos como provincia”, concluyó.
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