Nicolás Cristal Isak Pinto era un adolescente trans de 15 años que vivía con su madre y su hermano menor en Río Grande. El 2 de marzo de 2021 se suicidó, como consecuencia de torturas psicológicas y abusos «correctivos» que la madre de Nicolás adjudica a su expareja. “Ya son muchas veces que el imputado no se presenta a la pericia psicológica. Seguimos pidiendo justicia por Nico, para que la persona que lo maltrató, lo abusó, que lo deterioró, quede presa.
Río Grande.- Nicolás Cristal Isak Pinto era un adolescente trans de 15 años que vivía con su madre y su hermano menor en Río Grande. El 2 de marzo de 2021 se suicidó, como consecuencia de torturas psicológicas y abusos «correctivos» que la madre de Nicolás adjudica a su expareja, según publicó Página/12.
En el año 2017 decidí separarme del progenitor de mi hijo menor. No por cómo me trataba a mí, que ya era un trato violento, sino por cómo trataba a mis dos hijos. A las semanas de sacarlo de casa, él seguía viendo a nuestro hijo en común, que hoy tiene 8 años. Pero cada vez que venía a retirarlo, me rompía la casa y se llevaba los objetos de valor. Hasta que me arrastró con una camioneta en marcha, mientras retenía mis muñecas atrapadas con el levantavidrios, a partir de lo cual se abrió una causa penal por lesiones -que el año pasado mi abogada y yo nos enteramos de que prescribió, aunque estábamos esperando la fecha del juicio y nunca fuimos notificadas-, y me dieron una perimetral. Más tarde, se sumó una segunda causa, por las lesiones hacia mi hijo menor, a quien tuve que llevar a una guardia médica: el niño mismo dijo al pediatra que su abuela paterna y su padre le habían pegado.
En ese tiempo tenía un abogado que era conocido de los imputados, es decir de la abuela paterna y del progenitor. No me asesoraba bien, me pedía que revinculara al niño con la rama paterna, aunque hubiera terminado en el hospital. ¡A mi hijo apenas le dieron 10 días de perimetral y solo tenía 2 añitos! El abogado tampoco me asesoró con respecto a que tenía que hacer la prórroga de la perimetral, así que el niño siguió viendo a su padre.
A todo esto, desde que nos separamos el estado de Nico empeoró. Tenía ataques de pánico y vivía con miedo, porque aunque teníamos las perimetrales establecidas hacia el imputado, se paraba fuera de casa y se quedaba mirándonos todas las noches. Obviamente, el abogado público no creía que esto sucediera, y tuve que poner cámaras para que me creyera y le llamara la atención.
Mi hijo menor seguía viendo a su progenitor, pero en un momento ya no quiso verlos más, ni a él ni a su familia paterna. No quería ir a la casa del progenitor, se escondía bajo la mesa, a la psicóloga le dibujaba penes, decía que los juguetes se los metían en la cola. Finalmente se comprobaron las lesiones. Siempre volvía lastimado. Se abrió una causa penal de abuso sexual contra el progenitor, pero mi hijo no se dejó revisar por el médico del Poder Judicial, y en la cámara Gesell solo pudo declarar los maltratos físicos que sufría de parte del padre. Aun así lo revincularon, lo sigue viendo y cerraron la causa por falta de mérito.
Yo presentía que Nico también había sido abusado y que había sido maltratado físicamente por él padrastro. Pero él no lo podía decir, y todo eso me quedó claro el 2 de marzo de 2021, cuando se suicidó.
Fue el mismo día en que fui a firmar la elevación a juicio de estas causas por lesiones, ya que había apelado porque las quisieron cerrar, y ellos mismos se dieron cuenta de que tenían que hacer una cámara Gesell a Nico para descartar abuso, por su diagnóstico y por lo que reflejaba el contexto de la causa. Cuando volví de firmar la elevación a juicio, Nico se había suicidado. Pero dejó reflejado en sus escritos los abusos y las torturas que recibía de parte del padrastro.
Estos abusos, según lo que él refleja en esos textos y dibujos, eran abusos correctivos. Nico desde los 6 años ya se percibía varón, y creció en el respeto de su identidad autopercibida, hasta que a los 7 años comenzamos a convivir con quien después fuera el progenitor de mi hijo menor. Pasaron tres años y sigo pidiendo justicia por Nico.
Ya son muchas veces que el imputado no se presenta a la pericia psicológica. En junio tenemos una nueva pericia psicológica, vamos a ver si esta vez se presenta. Si vuelve a incumplir la citación, se le hará una causa por desobediencia. En diciembre de 2023 se realizó el peritaje de los dibujos de Nico y aún estamos esperando los resultados. Pero seguimos adelante, pidiendo justicia por Nico, para que la persona que lo maltrató, que lo abusó, que lo deterioró psicológicamente, quede presa.
Es necesario que sea una justicia reparadora, que sea justicia, sinceramente. Pero en este caso creo que no hay reparación alguna que abarque todo el daño que se hizo. Sí espero que haya una condena firme. Es lo que anhelo, aunque sé que puede ser imposible por cada año que va pasando, y porque veo otros casos que llevan más de diez años pidiendo justicia, y han llegado hasta a estar absueltos los imputados. Así que al mismo tiempo es como que no me hago ilusiones, pero es lo que anhelo y necesito. Si bien no hay forma alguna de reparar tanto daño, creo que esto puede valer para prevenir a mi hijo más chico de lo que no pudieron prevenir con mi hijo más grande. Entonces, hoy mi objetivo es tenerlo a resguardo a él, escucharlo a él, cosa que no pasó con Nico, y aprender de lo que pasó con Nico, por lo menos para así darle seguridad a una de las víctimas.
*Madre de Nicolás Cristal Isak Pinto
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